«Desde Juaneda Dental Kids intentamos promocionar la prevención, es decir, que desde que al niño le erupciona el primer diente de leche, a los 6 o 9 meses, se haga la primera revisión», explica Alma Esteras, odontopediatra de Juaneda Hospitales.
El objetivo de estas primeras visitas no es solo preventivo, sino que también tiene por objeto «que el niño vaya acostumbrándose a las revisiones y al ambiente de la clínica dental, y para enseñarle a los papás y a las mamás una serie de procedimiento a aplicar».
Entre estos procedimientos están, explica a odontopediatra, «la técnica de cepillado correcta, cuántas veces se tiene que cepillar, la pasta con flúor que tiene que usar, y la cantidad de flúor que tiene que tener esa pasta de dientes para ser adecuada».
Y añade: «En las primeras visitas valoramos los dientes, la musculatura y las encías y muchas veces nos encontramos ya con una caries. Entonces hay evaluar su tamaño y su gravedad, si hay que hacer una simple reconstrucción o tratar el nervio».
En algunas ocasiones, incluso «la caries ya ha afectado al tejido pulpar (al nervio) y hay que hacer una pulpotomía, es decir, retirar el nervio, sellarlo bien y hacer una reconstrucción. De ahí la importancia de prevenir estas infecciones, que pueden llegar a ser importantes».
Para ello «hay que reducir el consumo de azúcar (que propicia el crecimiento de las bacterias estreptococos que producen la caries), hacer tres cepillados al día, revisados por un adulto, y siempre con una pasta de dientes adecuadamente fluorada».
«Las bacterias lanzan un ácido que descalcifica el esmalte y de ahí destruyen el tejido dental». Para prevenirlo «en Juaneda Dental Kids promovemos que se hagan revisiones semestrales ya que las caries iniciales, entre dientes, solo se detectan con una radiografía».
Otras agresiones a los dientes de los más pequeños pueden también llegar de alimentos o productos «por lo que en estas primeras visitas explicamos a los papás que han de disminuir la ingesta de azúcares, e incluso que el niño no lo pruebe antes de los dos años».
Otra agresión a la dentadura infantil, con la que tienen que lidiar los padres ya desde las primeras etapas de la vida, son las roturas de dientes por accidentes en la guardería, en el hogar o en otros entornos. En esas circunstancias hay que conocer una serie de claves:
«Hay dos etapas en la edad infantil —explica la Dra. Alma Esteras— en las que los niños son más propensos a los traumatismos o a los accidentes. La primera es cuando el pequeño empieza a caminar, más o menos al año, cuando aún no es estable y tropieza».
Si se cae, se tropieza con algo, se golpea en la bañera o en otra circunstancia y se rompe un diente, «hay que venir al dentista para valorarlo, ya sea visualmente, palpándolo o mediante la realización de una radiografía», destaca la odontopediatra.
Otros momentos de riesgo de accidente de estas características «son las horas de colegio, de actividades extraescolares y en parques acuáticos y parques» donde «si se produce un traumatismo hay que acudir lo antes posible a la clínica dental».
Esta visita tiene por objeto «evaluar la gravedad del traumatismo». Una radiografía permitirá saber «si el traumatismo ha afectado también al ligamento, al músculo o a la encía, o incluso a la raíz, además de al diente, y así realizar el tratamiento adecuado».
«Si el diente es definitivo y ha salido totalmente de la arcada hay que guardarlo en un botecito con leche y acudir a la clínica para que sea reimplantado lo antes posible». Luego, «se feruliza unas semanas y se evalúa el tratamiento pulpar y cómo ha evolucionado».
Llevar a los pequeños a un servicio de Odontopediatría como Juaneda Dental Kids facilita la prevención de problemas posteriores, pero también permite descubrir eventos inesperados que los padres no se imaginaban que sus hijos estuvieran desarrollando:
«Una de las evaluaciones que realizamos en esas primeras visitas —explica la odontopediatra Alma Esteras— es la de las posibles maloclusiones que pueden aparecer por hábitos como succión de dedo o uso de chupete durante más de dos años».
Es frecuente que esas maloclusiones (alineación anormal de los dientes y cómo encajan las piezas superiores con las inferiores) no hayan sido detectadas por los padres. «Si se detectan esas maloclusiones se puede derivar ya a la especialista en ortodoncias».
La maloclusión, por las causas antes señaladas (demasiado chupete o succión de dedo) «el paladar no haya crecido bien y haya una mordida abierta, que al arcada superior no concuerden o incluso que haya una desviación, una mordida invertida de uno de los lados».
En esos casos, «cuando empiezan a erupcionar los dientes permanentes se deriva a la ortodoncista, que lo valora, para proceder a ensanchar un poco más ese maxilar y corregir esa maloclusión, mordida que no encaja o mordida invertida».