04/10/2022 Demostración del proyecto LYNX desarrollado por el instituto tecnológico ITI. Entrar en la consulta del psicólogo, colocarse unas gafas de cristal y poder ver juntos una criatura que representa tu estado emocional, que muta según tus propios latidos cardíacos y tu respiración, con la que puedes interactuar, tocar o hablar para enfrentarte a tu ansiedad, miedos o angustias. Es lo que propone el proyecto LYNX, desarrollado por el centro tecnológico ITI, para poner a disposición de los especialistas en salud mental una herramienta más de terapia. POLITICA ESPAÑA EUROPA COMUNIDAD VALENCIANA SOCIEDAD SALUD ECONOMIA ITI | ITI

TW
0

Entrar en la consulta del psicólogo, colocarse unas gafas de cristal y poder ver juntos una criatura que representa tu estado emocional, que muta según tus propios latidos cardíacos y tu respiración, con la que puedes interactuar, tocar o hablar para enfrentarte a tu ansiedad, miedos o angustias. Es lo que propone el proyecto LYNX, desarrollado por el centro tecnológico ITI, para poner a disposición de los especialistas en salud mental una herramienta más de terapia.

El proyecto LYNX, que cuenta con la financiación del Instituto Valenciano de Competitividad Empresarial (Ivace), ha finalizado este mes de septiembre tras un año de colaboración del ITI con psicólogos y psicoterapeutas para aplicar la innovación del instituto tecnológico al ámbito de salud mental, un campo al que empezaron a orientar líneas de investigación antes de la pandemia y que «históricamente no se ha trabajado tanto» desde sus disciplinas, ha explicado a Europa Press la experta en Realidad Extendida de ITI Patricia Pons.

La realidad extendida, ha detallado, es un «término paraguas» con el que se suele hacer referencia «a las tres tecnologías inmersivas principales»: la realidad aumentada, que normalmente se sirve de la cámara de teléfonos móviles para revelar objetos donde se enfoca; la virtual, en la que «nos ponemos un casco inmersivo y entramos en un mundo completamente digital y simulado», y la realidad mixta, que es «la menos conocida» y está «a caballo entre ambas».

«Normalmente se utilizan solo unas gafas, pero de cristal normal, con lo cual vemos en todo momento el mundo que nos rodea teniendo las manos libres. No llevamos un móvil en la mano, con lo que el campo de visión es más amplio, y lo que podemos es no solo ver objetos digitales que van a aparecer, sino también interactuar con ellos. Y esa es la parte que más nos interesaba, porque normalmente las tecnologías se basan en el sentido de la vista. Queremos que sean más naturales, más fáciles de incorporar a nuestro día a día. Necesitamos poder interactuar con estos objetos digitales», ha señalado Pons.

El proyecto LYNX ha investigado «distintas formas que permitan al usuario sumergirse en estos entornos, interactuar con el contenido», y ha desarrollado con ellas un escenario de realidad mixta que «permite ayudar a la gestión de la ansiedad» o de las emociones en general, una iniciativa para la que han contado con terapeutas y psicólogos que han explicado al ITI sus necesidades y las de su pacientes.

El usuario se coloca unas gafas de realidad mixta y «visualiza delante suyo una especie de avatar o de monstruo --»lo hemos llamado monstruo pero en realidad no es feo«, comenta Patricia Pons- »que es una representación del estado interno de agitación de la persona«, sus »miedos« o su ansiedad». «Vamos a poder interactuar mediante gestos, tocándolo, abrazándolo, calmándolo, y además es interesante que este avatar reacciona con el estado fisiológico del usuario».

Y es que, además de las gafas, el paciente lleva un 'smartwatch' y un sensor que controlan su ritmo cardíaco y sus respiraciones. «Este avatar representa ese estado. Si el pulso es muy alto, el avatar puede ser más grande, con un color más intenso, representando ese estado interno de agitación; si conseguimos que la persona se calme y que su respiración seá más lenta, el avatar también respira más despacio, su color es más dulce y suave, representando esa calma», ha ilustrado Pons.

La idea es que «el paciente pueda visualizar realmente cómo está y que, con la ayuda del terapeuta, se puede enfrentar a ello, ver de manera objetiva cómo se siente y que aprenda a calmar ese estado de de ansiedad o de agitación», ha subrayado.

Llevar la terapia a casa

El proyecto LYNX, que aún no se ha probado con pacientes pero se ha mostrado a los profesionales, permitirá «acercar la terapia no solo como herramienta dentro de la consulta, sino a la casa» del paciente, que se puede llevar el dispositivo, las gafas o incluso utilizar su móvil, y «seguir practicando durante la semana todas esas herramientas que le ha dado el terapeuta», ha destacado Pons.

Además, este sistema permite al terapeuta medir el pulso y la respiración del usuario, por lo que el especialista puede ver cómo el paciente ha ido evolucionando entre terapias, si logra calmarse.

Asimismo, «con las experiencias inmersivas lo que se intenta es que, al final, no tengas tú que imaginarte y visualizar lo que los psicólogos llaman exposiciones, sino que lo puedas ver. La sensación con este tipo de gafas es bastante realista porque estás viendo el entorno a tu alrededor, tu mesa, tu silla, tu casa, y aparecen cosas en medio. Es bastante más interesante desde el punto de vista de que no entras en un entorno completamente digital que puede parecer más abstracto, estás en tu casa viendo un avatar que te está representando», ha precisado la experta.

De momento, el proyecto LYNX está teniendo «bastante buena acogida». Los psicólogos «creen que puede ser una herramienta útil para trabajar tanto en la sesión con pacientes como de manera remota, la persona en su propia casa. Incluso para terapias remotas, donde la persona no puede ir a consulta y se puede hacer en diferido cada uno desde su casa», ha subrayado.

"un mundo por delante"

Los entornos de realidad extendida «llevan tiempo» aplicándose a la salud mental, aunque «sobre todo en realidad virtual y aumentada», y están demostrando ser «bastante efectivas» en terapias de exposición. Por ejemplo, ha indicado Patricia Pons, ITI desarrolló el año pasado un proyecto en el que se trataba el trastorno obsesivo compulsivo, en particular el miedo por el covid. A través de su móvil, el paciente podía ver el virus en una mesa y enfrentarse a él.

«Con realidad virtual, por ejemplo, puedes meter a una persona que tiene miedo a las alturas en un escenario completamente simulado de un edificio y que mire hacia abajo y al vacío», ha señalado Patricia Pons.

En el caso de la realidad mixta, «más novedosa», permite que tanto el terapeuta como el paciente vean el mismo objeto y compartan esa experiencia. «Se abre un mundo ahora por delante con esta nueva tecnología que está todavía por explorar», ha asegurado la experta del ITI.