El Instituto de Biomecánica de Valencia (IBV) tiene en marcha varias líneas de investigación que dejan vislumbrar cómo será la llamada 'Industria 4.0' y que están «enfocadas a la mejora de la salud de las personas trabajadoras», para poner las tecnologías emergentes al servicio del bienestar del personal de la industria, según explica a Europa Press la directora de Innovación en Salud Laboral del IBV, Mercedes Sanchis.
A la hora de imaginar las fábricas del futuro, esta experta avanza que la tecnología «estrella», la más utilizada, será la inteligencia artificial y su «'matching learning', que tiene unos algoritmos predictivos que permiten saber lo que va a pasar cuando alguien toma una decisión concreta o hacer un tratamiento de la información que, si no toman la propia red neuronal, pueden tomar las personas».
En esta línea, el instituto también ha empezado a trabajar en un proyecto con un «ejemplo digital humano». «Con información que captamos en las empresas mediante inteligencia artificial, alimentaremos unos algoritmos que permitirán, esperamos en el futuro, predecir cuándo una persona va a tener un trastorno músculo-esquelético si continúa en ese trabajo o expuesto a esa carga física», atendiendo también a parámetros como el género o los años que lleva en el puesto de trabajo, ha destacado Mercedes Sanchis.
Por otro lado, junto a una empresa del sector de la automoción, el IBV está utilizando la inteligencia artificial y concretamente el 'Big Learning' para «analizar en tiempo real los movimientos de las personas en ciertos puestos de trabajo y de ahí identificar si están haciendo los movimientos de forma adecuada o no adecuada desde el punto de vista ergonómico».
A partir de esa información, el Servicio de Prevención de la empresa puede «tomar decisiones sobre formar a esas personas para que hagan la tarea de forma adecuada o incluso mejorar la forma en la que se tiene que realizar», ha indicado.
Exoesqueletos
Otra de las herramientas que aventura para el futuro de las fábricas es el uso de exoesqueletos. «Nos pueden ayudar a paliar algunos problemas que se están generando, principalmente por aquellos puestos de trabajo con elevada carga física y por el envejecimiento de la población trabajadora, que lleva muchos años expuesta una carga de trabajo elevada y que, por tanto, tienen algún tipo de falta de capacidades».
Por ejemplo, el proyecto Innowork, financiado por el Instituto Valenciano de la Competitividad Empresarial (IVACE), trabaja en el desarrollo de «técnicas innovadoras que permitan reducir los riesgos ergonómicos a los que están expuestas las personas trabajadoras e incrementar la productividad de los procesos en los nuevos entornos de trabajo surgidos bajo el concepto de 'fabricas del futuro'».
Estas innovaciones abarcan la identificación de un exoesqueleto que atienda a las demandas físicas de la tarea que realizan los trabajadores y la implicación que su uso tendría sobre la carga muscular, así como herramientas de monitorización de los trabajadores para conocer la carga de trabajo a la que están expuestos durante toda su jornada laboral, ha detallado la investigadora.
Con Innowork, el IBV espera, «en primer lugar, desarrollar una guía que permita a las empresas identificar qué exoesqueleto podrían utilizar teniendo en cuenta las demandas de las tareas que se llevan a cabo en un puesto concreto»; "también se trabaja en el desarrollo de un modelo biomecánico que permita a los técnicos de las empresas conocer la 'descarga muscular' que supone usar un exoesqueleto en una determinada tarea.
"aunque parezca ciencia ficción, está más cerca"
El uso de exoesqueletos en las líneas de producción, «aunque parezca ciencia ficción, cada vez está más cerca», ha afirmado Sanchis, que apunta que, «de hecho, ya existen exoesqueletos diseñados para la realización de actividades no laborales, como por ejemplo uno de una empresa española diseñado para esquiar».
«De momento estos dispositivos son todavía caros, pero es cuestión de tiempo que se conviertan en elementos que nos ayuden a realizar tareas que deseemos o tengamos que seguir realizando y nuestras condiciones físicas no nos lo permitan», ha expuesto.
Realidad virtual
La realidad virtual es otra de las herramientas a las que apunta la investigadora. «Permite, por ejemplo, formar a las personas que van a ocupar en ciertos puestos de trabajo de forma virtual, sin que tengan que exponerse al puesto y su riesgo. Por ejemplo, puestos en los que tengo que manipular un cuadro de alta tensión eléctrica o tengo que apagar un incendio», ha precisado, antes de apuntar que la realidad virtual se puede emplear además para diseñar puestos de trabajo y «evaluarlos desde el punto de vista ergonómico antes de la propia fabricación de la línea productiva».
Bajo estas premisas, el IBV también está trabajando en el desarrollo de acciones formativas mediante realidad virtual y sensores inerciales. «Simulamos que la persona está haciendo una tarea concreta de su empresa, la que hace habitualmente, y después le colocamos sensores inerciales en el cuerpo que van vinculados a una aplicación móvil que identifica cuándo esas personas están expuestas a un riesgo ergonómico. El móvil, que lleva la aplicacion que hemos desarrollado, emite una vibración y un sonido, indicándole al trabajador que está haciendo mal una tarea», ha precisado.
Mercedes Sanchis explica que, en el caso de los «proyectos más punteros», el IBV está trabajando «principalmente con el sector industrial», en ámbitos como puede ser el metal mecánico, la alimentación o la química.
Sobre cómo de adentrada en el futuro están las fábricas valencianas, apunta que ha que tener en cuenta que este tipo de proyectos «se abordan más desde empresas de tamaño grande» y en la Comunitat «hay mucha pyme», por lo que «es más complicado»; pero en las empresas grandes «sí están ya desarrollando este tipo de protectos». «Ya no es porque quieran, es que no les queda otra. O entran ahí o no van a ser competitivas en el futuro», ha advertido.
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