La llegada del frío trae consigo también un mayor número de incendios en viviendas consecuencia, en su mayoría, de un mal mantenimiento de las chimeneas. Sin embargo, también son frecuentes los incendios originados por estufas eléctricas y de gas. En Teruel, el Servicio de Prevención, Extinción de Incendios y Salvamento de la DPT atiende, cada otoño e invierno, una media de 30 avisos en viviendas particulares, una cifra que supone alrededor del 70 % de los incendios que se producen durante todo el año.
El jefe de intervención de la zona Oeste del Servicio de Bomberos de la DPT, José Luis Alejos, ha explicado que estos avisos se dan, principalmente, en viviendas rehabilitadas en el medio rural «debido a que en los pueblos es más común encontrar calderas de leña o fuegos bajos».
Además, el encarecimiento de los carburantes y de la luz ha producido que los hogares tiendan a utilizar más este tipo de calderas en lugar de las calefacciones de gas o estufas eléctricas.
Alejos ha señalado que las calderas y fuegos de leña resultan los «más peligrosos porque son más complicados de controlar». «Una caldera de gas la puedes apagar de un botón pero un fuego no», ha puntualizado.
Si a esto le sumamos que en las «casas de los pueblos rehabilitadas se suelen esconder los conductos de ventilación de las chimeneas con vigas o pilares de madera», las probabilidades de que se produzca un incendio aumentan.
Aunque estos conductos suelen estar cubiertos por materiales aislantes, si se produce una fuerte llamarada, estos tubos se pueden romper o calentar tanto que seque la madera y ésta comience a arder a los 2 o 3 días. Además, las combustiones consecuencia de estos picos de calor se caracterizan por ser muy lentas y no producir grandes fuegos.
Tal y como ha indicado Alejos, «lo que pasa en estas combustiones es que afectan a las vigas que están próximas a los tubos y se van quemando poco a poco hasta que se debilitan y cede el propio forjado de la vivienda».
Una de las señales para detectar estos incendios, y que suele ser el motivo principal por el que los propietarios avisan al servicio de Bomberos, es el olor permanente a quemado dentro de la vivienda. «En estos casos, lo que hacemos es hacer agujeros en las paredes para sanear las partes afectadas y cortar la combustión», ha apuntado Alejos.
Sin embargo, más vale prevenir que curar: «La mayoría de los incendios en hogares se pueden prevenir con un correcto mantenimiento de los tubos de evacuación de humos», ha recalcado Alejos.
No solo es importante limpiar la base de las calderas de leña o de los bajos fuegos, donde quedan las cenizas, sino que también es necesario deshollinar la chimenea porque al quemarse la madera, la resina se va quedando pegada a las paredes de los tubos creando una capa denominada creosita.
«Esta creosita prende fácilmente si le alcanza una llama alta o cuando se expone a altas temperaturas y es, entonces, cuando se produce esa fuerte llamarada que comentábamos antes y que puede comprometer el estado de los tubos», ha explicado Alejos.
Por último, en los fuegos de leña se debe tener en cuenta otro factor: la cantidad de leña que se echa al fuego. «Es preferible ir echando leña poco a poco para que el fuego se mantenga, aunque caldee la casa más despacio, que echar un montón y crear un fuego difícil de controlar», ha recordado el jefe de intervención de la zona oeste.
Recomendaciones
Pero no solo se debe tener cuidado con las calderas y fuegos bajos de leña, las estufas eléctricas y de gas son otras de las causas por las que se incrementan los incendios en las estaciones de otoño e invierno.
El bombero Alejos ha hecho notar que con las estufas eléctricas «hay que tener especial cuidado porque siguen siendo una fuente de calor, aunque no haya un fuego como en el caso de las calderas de leña». Por ello, se deben colocar lejos de cortinas, muebles de madera y materiales inflamables ya que, con el calor que emanan, desecan la humedad de los materiales y favorecen la combustión.
Además, «estas estufas no se pueden conectar a cualquier enchufe», ha subrayado Alejos. En las viviendas podemos encontrar de dos tipos: los enchufes de tierra y los de alumbrado. «Los de tierra son los destinados a aparatos eléctricos con más potencia, como un secador o una estufa, y están compuestos por un cable más, el de tierra, que al ser más gordo, soporta una mayor cantidad de voltios», ha comentado el jefe de intervención.
En cambio, el cable de los enchufes de alumbrado es más fino «y es más probable que si se conecta una estufa eléctrica, que demanda muchos voltios, se caliente provocando un incendio eléctrico dentro de la pared de la vivienda», ha dicho el bombero para añadir que lo mismo ocurre si estos aparatos se conectan a una regleta «porque, al final, todo va al mismo enchufe».
Por otro lado, las estufas de gas suponen un doble riesgo ya que pueden provocar tanto incendios como intoxicaciones por inhalación. Alejos ha enfatizado que para evitar un incendio, la primera recomendación a tener en cuenta es alejar la bombona de enchufes, interruptores y fuentes de calor: «Si la bombona se queda abierta o se produce un escape de gas, una sola chispa produciría una llamarada».
Por esa misma razón, si se sospecha que huele a gas «es importante no encender luces, comprobar si la bombona está bien cerrada y, en el caso de que se trate de un escape de gas, abandonar inmediatamente la vivienda y llamar al 112».
Ante un incendio
Uno de los aliados que podemos tener en casa para pequeños incendios es un extintor polivalente de polvo que, además, son muy efectivos frente a fuegos en madera.
Alejos ha expuesto que los extintores se deben colocar en una zona visible y cercana a una puerta «para evitar desorientarnos con el humo. De esta forma, siempre tendremos la salida localizada».
Contar con un extintor en la vivienda es una medida de seguridad pero ante un incendio, lo principal es abandonar la vivienda, si es posible, y llamar al 112. En el caso de no poder salir a la calle, «se debe esperar a los bomberos en la habitación más alejada al fuego con las puertas y ventanas cerradas, el hueco de debajo tapado para evitar que entre el humo, y una tela sobre la boca», ya que en muchos casos es más peligrosa para las personas la inhalación de humos que el propio fuego, explica Alejos.
Finalmente, Alejos ha destacado un último consejo: «Ante un incendio es importante procurar mantener siempre la calma para poder tomar las mejores decisiones mientras llegan los efectivos de bomberos».
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