Fue una donación de este relojero leonés afincado en Londres para sustituir al anterior, en funcionamiento desde el siglo XVIII, tras el derribo de la iglesia del Buen Suceso de Madrid.
Tres años fueron necesarios para poner en funcionamiento este reloj, que fue inaugurado el 19 de noviembre de 1866 por la Reina Isabel II con motivo de su cumpleaños y la campana lleva su dedicatoria.
El reloj ha sido testigo de una parte de la historia de España, como la proclamación de la República, la Guerra Civil y bombardeos, en uno de los que un obús llegó a entrar, según dicen, en el edificio por la esfera que da a la calle Carretas, aunque no estalló y permitió que el reloj siguiera funcionando.
Se ubica en la Real Casa de Correos, sede actual de la Presidencia de la Comunidad de Madrid, aunque originariamente albergó la Casa de Correos de ahí el nombre con el que se conoce al edificio. Obra del arquitecto francés Jaime Marquet, es de planta rectangular y en su interior aparecen dos grandes patios.
En su fachada, de piedra blanca y ladrillo, destaca la gran puerta de acceso central, con su balcón y un altorrelieve con el escudo real de Carlos III. La torreta central, coronada por el famoso reloj.
Este reloj centenario se hace protagonista una vez al año en la noche del 31 de diciembre debido a las campanadas que marcan el ritual de las doce uvas que dan la bienvenida al año.
Delante del edificio está marcado en el suelo el Kilómetro 0, desde el que parten todas las carreteras radiales españolas y también la numeración de las calles de Madrid.
El relojero de la Puerta del Sol, Jesús López-Terradas, lo pone a punto cada año para dar las campanadas que contabilizará los 12 segundos antes de las 00 de la noche del 31 para dar paso al año 2023. Fue en 1962 el primer año en el que los españoles pudieron tomarse las uvas viendo en directo, desde TVE, cómo sonaban las campanadas en la Puerta del Sol.
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