La celebración ha tenido lugar este jueves, en la Basílica del Pilar. | Europa Press

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Cientos de personas han despedido este jueves en Zaragoza al papa emérito, Benedicto XVI, fallecido el pasado sábado, 31 de diciembre, en Roma, a los 95 años de edad, después de unos días de agravamiento de su estado de salud.

El arzobispo de Zaragoza, monseñor Carlos Escribano, ha presidido la celebración, que ha tenido lugar en el Altar Mayor de la Basílica del Pilar de Zaragoza. Ha estado acompañado por los arzobispos eméritos de Zaragoza y Tarazona, Vicente Jiménez y Eusebio Hernández, así como el clero diocesano.

En su homilía, monseñor Escribano ha definido a Benedicto XVI como «el Papa del amor de Dios, buscador de la verdad y sabio», «humilde y honesto», un hombre bueno, don a la Iglesia por el que ha dado gracias, además de pedir oraciones por su descanso eterno.

Ha recordado sus diferentes visitas a España, «en las que nos hizo sentir su cercanía», un teólogo reconocido, cuya talla intelectual ha sido aceptada dentro y fuera de la Iglesia, una «persona imprescindible en el último cuarto del siglo XX».

El arzobispo ha manifestado que Benedicto XVI ha sabido dialogar con la cultura de nuestro tiempo«, ha desarrollado un magisterio »audaz« encarnado en la realidad del mundo y ha sabido recordar con »acierto" lo fundamental de la fe cristiana.

El prelado ha afirmado que sus enseñanzas «han iluminado nuestro seguimiento de Cristo», «siempre proponía el encuentro con la persona de Jesucristo y la práctica del amor fraterno», ha constatado. Tras la homilía, tanto en las peticiones, como en otros momentos de la eucarística --la propia de la víspera de la fiesta de la Epifanía--, se ha orado por si eterno descanso de Benedicto XVI.

Al conocer el fallecimiento de Benedicto XVI, se rezaron responsos y tañeron las campanas en señal de duelo y esperanza. También se han oficiado varias misas por el Papa emérito.

Benedicto XVI nació en Alemania el 16 de abril de 1927. Su pontificado se desarrolló del 19 de abril de 2005 hasta el 28 de febrero de 2013, fecha en la que renunció, asumiendo el título de Papa emérito, con la intención de dedicarse a la oración y al retiro espiritual.

Su renuncia fue anunciada por él mismo días antes, el 11 de febrero, en una decisión excepcional en la Historia de la Iglesia. A partir de ese momento vivió como papa emérito al lado de su sucesor, el papa Francisco, en el monasterio 'Mater ecclesiae' del Vaticano.

Previamente, fue prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe desde 1981 y también trabajó como asesor en el Concilio Vaticano II.