El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, ha confiado en que las peticiones sobre infraestructuras, lengua, energía y fronteras que pidió a Moncloa tratar con Francia en la cumbre del jueves puedan desbloquearse, «sea en el marco de esta jornada de trabajo entre los dos gobiernos o sea en las relaciones posteriores».
En declaraciones a los medios este miércoles junto a la consellera Teresa Jordà, Aragonès ha sostenido que corresponde al Gobierno decidir si «defiende los intereses de los catalanes» en la cumbre con temas como el Corredor Mediterráneo, la oficialidad del catalán en la Unión Europea (UE), los pasos fronterizos cerrados y el estatus del Hospital de la Cerdanya (Girona), entre otros temas.
«Nosotros los hemos defendido siempre y en todos lados. Cuando haya la oportunidad de instar a alguien a que los defienda, lo haremos como lo hice por carta», y ha añadido que al margen de lo que ocurra en la cumbre la Generalitat seguirá trabajando con las autoridades francesas para avanzar en estas carpetas.
Sobre el catalán, Aragonès ha asegurado que el apoyo de Francia a que se reconozca como lengua oficial en la UE daría un «empujón considerable» a esta petición, y ha recordado que hay ciudadanos franceses que la hablan en el sur del país.
Representación institucional
Preguntado por si trasladará algún mensaje a los presidentes Pedro Sánchez y Emmanuel Macron, a quienes dará la bienvenida a la cumbre, el presidente ha asegurado que su papel será el de «representación institucional» de la Generalitat.
Y ha mantenido que, aunque aspira a que Catalunya vele por sus intereses en Francia como Estado independiente, mientras no lo sea la defenderá «con toda la dignidad institucional», por lo que apuesta por acudir a la cumbre --aunque ERC se manifieste contra ella--.
«Los enemigos de las instituciones de Catalunya desearían que no estuviéramos presentes», ha dicho, después de que el Consell de la República asegurara que su presencia será utilizada por parte del Gobierno.
El gobierno "utiliza" la cumbre
Aragonès ha criticado que el Gobierno haya utilizado una jornada de trabajo entre dos gobiernos «para la batalla política» y lanzar el mensaje de que el proceso independentista ha terminado y defenderse así de los ataques de la derecha, en sus palabras.
«Intentar certificar una cosa que ellos no podrán certificar nunca. El Gobierno español no es nadie para certificar cuál debe ser el futuro de Catalunya», ha añadido.
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