El director del Centre del Carme Cultura Contemporània (CCCC) de València, José Luis Pérez Pont, se muestra satisfecho de haber conseguido el «efecto influencer» y hacer de los visitantes del espacio cultural prescriptores de la programación del centro. «Hemos convertido a los ciudadanos en nuestros mejores influencers porque hay una vinculación, una unión afectiva y emocional».
Así lo manifiesta el también director del Consorci del Museus de la Comunitat Valenciana, en una entrevista concedida a Europa Press. «Es la propia ciudadanía la que nos hace la campaña de comunicación porque se produce una transmisión de afectos con el centro», incide Pérez Pont, que pone como ejemplo de estos «#CCCClovers» a una joven que difundió en Instagram que se había tatuado la tote bag del museo porque le encanta la fotografía y que se facilite el acceso a ella.
El responsable cultural atribuye parte de esta respuesta del público al modelo de programación que desarrolla el CCCC y que denomina de «bomba de racimo». «Hacemos que sucedan muchas cosas a la vez y eso genera un efecto llamada que va en contra de la lógica de la gestión cultural tradicional, pero yo aquí he venido a experimentar y a probar otras maneras de hacer», asevera.
Las cifras dan cuenta de la sucesión de actividades: 126 exposiciones impulsadas por el Consorci de Museus entre producción propia y colaboraciones en València, Alicante, Castelló, Zaragoza, Madrid y Pamplona, de las cuales 24 tuvieron como sede el CCCC. En este centro valenciano en concreto, se ha pasado de 71.000 visitantes en 2015 a 319.940 en 2022, un 90% más que el año anterior. Este 2023, hasta mayo, ya se han contabilizado 174.661.
Preguntado por el cambio de gobierno en la Generalitat Valenciana y su opinión sobre cuál debe ser la relación entre los ámbitos culturales y político, señala que «son trenes que transitan en paralelo, que tienen que estar en continua comunicación y diálogo, pero respetando lógicamente los campos de cada cual».
«Yo no hago política cultural, yo hago programación cultural», declara el director, que espera «seguir trabajando igual por esos caminos paralelos».
«Entiendo que estas son dinámicas que superan lo personal y lo territorial. En 2007 perdón, el Ministerio de Cultura, junto con el sector de las artes visuales en el Estado español, firmó un código de buenas prácticas que, entre otros muchos aspectos, estableció los procesos de concurso para la selección del personal encargado de dirigir las principales instituciones culturales», expone Pérez Pont, quien recuerda que en el caso valenciano fue precisamente la 'popular' María José Catalá --actual alcaldesa de València y entonces consellera de Cultura-- la que impulsó el primer procedimiento de selección de una institución cultural valenciana con el concurso de la dirección del IVAM.
«Con el cambio de gobierno, esa selección que se había realizado en la etapa anterior se respetó y el director continuó durante el tiempo de su contrato, de la misma forma que lo lógico y razonable es que ese sea el método de trabajo que se desarrolle en este nuevo contexto como está sucediendo en el resto de territorios de España y como ha sucedido, por ejemplo, con el Museo Reina Sofía, donde su director ha estado durante 15 años al frente tras superar un concurso con tres renovaciones y trabajando con diferentes gobiernos de diferentes colores políticos sin ningún problema porque vivimos en un país democrático, civilizado, donde los profesionales hacemos un trabajo y los políticos hacen otro», ha argumentado.
Nota alta en transparencia
Pérez Pont resalta, por otra parte, la importancia de que las instituciones culturales apliquen procesos que aseguren su transparencia. En este punto, muestra su satisfacción por el hecho de que 'El dedómetro', el estudio sobre las transparencia de las entidades del sector público autonómico y la idoneidad de sus responsables que elabora la fundación Hay Derecho valore con nota alta el Consorci de Museus y su dirección.
«La transparencia en la gestión y la democratización en el acceso ha sido para mí un mantra que he repetido y que he aplicado insistentemente durante estos ya siete años al frente del Consorcio de Museos y del Centre del Carme, justamente para contribuir a un proceso de evolución de la gestión de las instituciones públicas, en este caso en materia cultural», apunta.
En su opinión, este es «un camino que progresivamente nos sitúa en un ámbito europeo y en un contexto evolucionado en el que la política no está generando interferencias ni injerencias en la gestión, en este caso, de la cultura, y que está, a través de procedimientos y de concursos públicos, seleccionando a profesionales a través de procesos en igualdad de oportunidades y por mérito y capacidad».
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