El Claustro de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) ha aprobado este martes el nuevo reglamento que actualiza la normativa de faltas y sanciones del estudiantado, que incluye entre sus faltas muy graves las novatadas, el ejercicio de violencia grave física o verbal, el acoso por razón de sexo o género, la discriminación por cualquier circunstancia personal o social, el uso ilegítimo de documentos académicos, la destrucción o deterioro del patrimonio histórico y cultural de la UPV/EHU, plagio o fraudes académicos, entre otros.
Según ha explicado la universidad en un comunicado, la modificación de la normativa era «necesaria debido a que la Ley de Convivencia Universitaria de 2022 derogó el Reglamento de Disciplina Académica de los Centros de Enseñanza Superior, (texto preconstitucional, aprobado en 1954) y daba el plazo de un año a las universidades para desarrollar lo previsto en la ley».
Dentro del nuevo reglamento, las faltas se clasifican en muy graves, graves y leves. En la primera categoría se incluyen conductas como las novatadas, el ejercicio de violencia grave física o verbal, el acoso por razón de sexo o género, la discriminación por cualquier circunstancia personal o social, el uso ilegítimo de documentos académicos, la destrucción o deterioro del patrimonio histórico y cultural de la UPV/EHU, plagio o fraudes académicos, entre otros.
El catálogo de faltas graves y leves se centra en la garantía del ejercicio de la libertad de todas las personas y la proscripción de conductas dirigidas a la comisión de fraudes académicos o al aprovechamiento del trabajo intelectual e investigador de otras personas.
Del mismo modo, las sanciones se clasifican en muy graves, graves y leves, y pueden ir desde la expulsión de la universidad por un período de tiempo, en los casos más graves, hasta la amonestación privada en más leves.
La universidad vasca ha destacado que «un aspecto importante de este nuevo reglamento es la previsión de la posible adopción de medidas sustitutivas a la aplicación de las sanciones, siempre que medie informe favorable de la Comisión de Convivencia».
Estas medidas abarcan acciones como la prestación de la cooperación personal de la persona sancionada en actividades de utilidad universitaria, la realización de labores de apoyo o asistencia a las víctimas o a las personas ofendidas por los actos objeto de sanción, o la asistencia a cursos de formación relacionadas con los hechos sancionados.
Se trata, ha explicado la UPV/EHU, de medidas de «carácter educativo o recuperador, siempre que la persona que ha cometido los hechos los reconozca y se tenga el consentimiento de las personas directamente perjudicadas».
Se prevé también la posibilidad de suspender el procedimiento disciplinario en casos en que las partes hubieran manifestado su voluntad de acogerse al procedimiento de mediación y la Comisión de Convivencia hubiera decidido que resulta procedente.
El texto aprobado por el Claustro es el resultado del procedimiento establecido con anterioridad por el Consejo de Gobierno, con «un itinerario abierto y participativo» para la elaboración de la norma.
La rectora de la UPV/EHU, Eva Ferreira, ha valorado la aprobación de esta normativa y ha destacado el consenso que ha logrado entre los distintos colectivos de la comunidad universitaria y, en especial, la participación del estudiantado. «Esta norma sustituye el decreto de 1954 y se adapta a los valores democráticos basados en modelos de convivencia más dialogantes y constructivos», ha remarcado.
Memoria anual del aldezle
Por otro lado, en esta sesión que el Claustro ha celebrado en Bilbao, el Aldezle de la Universidad del País Vasco, Iñigo Urrutia Libarona, ha presentado la Memoria Anual de actividades del servicio, correspondiente al año 2022.
La institución del Aldezle se encarga de velar por el respeto de los derechos y libertades de todas las personas de la comunidad universitaria ante las actuaciones de los diferentes órganos y servicios, además de ser instancia mediadora en los conflictos.
En función de los datos que ha aportado, a lo largo del pasado año han acudido a este servicio 190 personas que han planteado un total de 159 asuntos, entre consultas, quejas y peticiones de mediación. Con estos datos, desde la puesta en marcha del servicio Aldezle en la UPV/EHU han pasado por él 1.297 personas, que han planteado 1.543 casos y 101 relatos de hechos.
Por colectivos, 61 asuntos, del total registrado el año pasado, han sido planteados por estudiantes, 55 por personal docente e investigador, 21 por personal de administración y servicios y 22 por personas ajenas a la Universidad.
Las 118 consultas y las dos mediaciones «fueron cumplidamente atendidas», ha explicado. De las 39 quejas recibidas, finalmente se estimaron 16. Además, en 15 de las quejas estimadas, las instancias implicadas han atendido los planteamientos y recomendaciones del Aldezle.
Durante su exposición, ha realizado también algunas recomendaciones para mejorar el funcionamiento de la institución universitaria y garantizar los derechos de las personas que trabajan o se relacionan con ella.
Entre otras, ha abordado cuestiones como las notas exigidas para superar una materia, la flexibilidad en el calendario de exámenes para representantes del estudiantado con motivo del desempeño de su cargo, el derecho del estudiantado a obtener copia de las pruebas de evaluación, diversas cuestiones relativas a la Ley de Convivencia Universitaria, los criterios para la cesión de espacios gestionados por facultades y escuelas, o el destino de los remanentes de proyectos de investigación.
Según ha manifestado Iñigo Urrutia, «desde la universidad tenemos la responsabilidad de prestar un servicio público a la sociedad, garantizando los mayores estándares de calidad y de excelencia, pero también teniendo en cuenta la diversidad de situaciones personales».
En esta línea, ha considerado que «la calidad de una universidad no se debe medir únicamente en términos de posición en los rankines de excelencia, sino también analizando cómo gestiona las cuestiones que se le plantean, incluida la garantía de los derechos de las personas más vulnerables y los derechos de aquellas personas con mayores dificultades para seguir una carrera universitaria».
Según ha planteado, «el compromiso social con el acceso de los más desfavorecidos a la enseñanza superior y a la investigación y la garantía de los derechos de todas las personas también han de contemplarse como criterios de calidad a la hora de valorar el servicio que la institución universitaria presta a la sociedad».
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