El Lehendakari, Iñigo Urkullu, a su llegada al último pleno de Política General de la Legislatura del Gobierno vasco, en el Parlamento vasco, a 14 de septiembre de 2023, en Vitoria-Gasteiz, Álava, País Vasco (España). | Iñaki Berasaluce - Europa Press

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El Lehendakari, Iñigo Urkullu, defiende la Convención Constitucional como fórmula «creativa y flexible» para afrontar «la encrucijada» del logro de la pluranacionalidad, con el fin de que el actual problema de «la integración razonable de las comunidades históricas» en el modelo de Estado no se «cronifique» y resulte «irresoluble», y evitar así que el sistema «se pudra». Además, emplaza a comenzar el camino desde Euskadi con un acuerdo interno que «conduzca a un pacto entre las instituciones vascas y el Estado», sin «imposiciones».

Urkullu, a través de las redes sociales, profundiza en su propuesta de Convención Constitucional para avanzar en un nuevo modelo de Estado y cree «ineludible» presentar algunas reflexiones sobre el pasado, el presente y el futuro del autogobierno vasco, «que se ha ido encarnando en distintas fórmulas: Fueros, Conciertos económicos, Estatutos y 'Derechos Históricos'».

Se trata, según asegura, de un autogobierno «enraizado en los Fueros». «Nadie nos ha regalado nunca nada y nadie lo va a hacer. Seguirán surgiendo nuevas amenazas a las que habrá que hacer frente en el futuro. La lucha por gobernarnos a nosotros mismos, por ser capaces de decidir democráticamente entre todos lo que queremos y cómo lo queremos, sin excluir a nadie, sin imposiciones ni vetos, es un reto que seguimos teniendo», añade.

A su juicio, «esa lucha por el autogobierno» no es sólo por mantener lo conseguido, sino profundizar y avanzar «en nuevos contenidos». «No es solo una cuestión competencial, sino que afecta al reconocimiento de nuestra identidad comunitaria inclusiva», añade para puntualizar que el autogobierno tiene profundas raices pero «debe tener alas» para «construir el futuro».

El Lehendakari precisa que los vascos no son «mejores ni peores», pero sí quieren adoptar sus propias decisiones y cree que es compartida la formulación de que 'más autogobierno es mayor bienestar'.

Por ello, anima a «avanzar en el autogobierno» y propone dos estrategias «paralelas y complementarias». En primer lugar, que se cumpla «lo pactado en el Estatuto de Gernika» y, en segundo lugar, abordar «en serio» una reforma del Estatuto «para adaptarlo a los nuevos tiempos».

Realidades nacionales

Iñigo Urkullu advierte de que, «como en todo proceso de reforma y cambio, habrá dificultades», pero es una «tarea ineludible» porque el actual modelo territorial, «a pesar de sus avances», sigue sin conseguir «un encaje de las distintas realidades nacionales en el Estado». «No acaba de encontrarse una vía de convergencia», remarca.

Para el Lehendakari «la diversidad del Estado es una realidad indiscutible», porque, «en definitiva y en la práctica», se trata de un Estado plurinacional, aunque haya «quien no quiera verlo». Por ello, avisa que la «política del avestruz no es recomendable».

Iñigo Urkullu admite que la Constitución de 1978, que habla «de Nación, nacionalidades y regiones», intentó «dar satisfacción a Euskadi, Catalunya y Galicia, con un procedimiento de acceso especial y rápido a la autonomía plena», aunque «sigue sin resolverse el problema clave: la integración razonable en el modelo de las comunidades históricas».

A su entender, «el cambio se quedó en una descentralización política y administrativa», sin ir «más allá». Según resalta, la pregunta clave es: «¿por qué en un Estado sólo puede haber una nación?, ¿por qué el Estado español no puede ser plurinacional?».

«He defendido siempre el reconocimiento de la realidad plurinacional del Estado, así como el modelo de bilateralidad efectiva con garantías de cumplimiento de lo acordado», recuerda.

Empezar en euskadi

Ahora cree que es «momento de seguir avanzando» y, para ello, recomienda comenzar por «lo pequeño, por Euskadi». Tras insistir en que el vasco es el único Estatuto no reformado desde 1979, emplaza a empezar por aquellos aspectos en los que es posible ponerse de acuerdo «sin demasiadas dificultades».

En este sentido, recuerda que el propio Estatuto de Gernika prevé un procedimiento para su reforma, que «debe llevar a un acuerdo interno que conduzca a un pacto entre las instituciones vascas y las del Estado».

Se trata, ha destacado, de «un acuerdo-pacto que sea inclusivo y no excluyente». «En este proceso todo el mundo tendrá que ceder porque el acuerdo interno y el pacto con el Estado ha de ser refrendado por el pueblo vasco, que debe decidir en libertad si lo acepta», admite.

El Lehendakari reafirma su voluntad de «acuerdo y pacto». «No queremos imponer nada a nadie, pero tampoco podemos aceptar que se impida al pueblo vasco manifestar su voluntad», defiende, para apelar a la «lealtad recíproca».

Concierto bilateral con el estado

Desde su visión, igual que se ha podido pactar bilateralmente con el Estado el Concierto Económico, hay que ser «capaces de seguir avanzando, con contenidos acordes con los nuevos tiempos, entendiendo el acuerdo, sea éste parcial o integral, como un Pacto o Concierto bilateral con el Estado».

A su juicio, si hay voluntad, es posible encontrar «'mimbres' constitucionales y legales para dar forma jurídica al mismo, vía 'actualización de los Derechos Históricos', como establece la Disposición Adicional Primera de la Constitución».

Convención constitucional

En este «un momento clave» en el debate territorial, sugiere explorar la fórmula de la Convención Constitucional, que no sería «general», sino «limitada o específica» para pactar una interpretación sobre lo que la Constitución de 1978 «no ha resuelto bien» en relación con la cuestión territorial. «No sería una fórmula mágica ni un camino expedito, pero se abrirían otras posibilidades de desarrollo futuro», puntualiza.

Urkullu defiende su viabilidad constitucional, «planteando un doble pacto»: primero, el compromiso de celebrar una Convención Constitucional sobre el autogobierno en el plazo máximo de un año".

El objeto específico de esta Convención podría asentarse en diversas alternativas: «el alcance actual y futuro de la Disposición Adicional Primera de la Constitución» o «el autogobierno de las Comunidades de raíz foral» o bien, incluso, una reflexión general sobre el futuro del modelo territorial del Estado.

Segundo, y en el corto plazo, un acuerdo preliminar de bases para la convocatoria y desarrollo de esta Convención Constitucional, incluyendo principios como el cumplimiento íntegro de los marcos estatutarios, el reconocimiento de la plurinacionalidad del Estado, la bilateralidad, el sistema de garantías o la capacidad de decidir pactada.

Encrucijada

En su opinión, se trataría de «una forma flexible y creativa de plantear una salida a la actual encrucijada», una propuesta «para pactar una interpretación constitucional limitada y específica que, sin necesidad de modificación previa de la Constitución, hiciese posible un avance sustancial en el carácter plurinacional del Estado y en el desarrollo nacional del autogobierno de Euskadi».

Iñigo Urkullu hace este planteamiento desde Euskadi, desde el «respeto a las diversidades que existen en el Estado, que tienen sus propios caminos, tiempos y necesidades». «Nosotros tenemos nuestro camino, el foral, mediante la actualización de los derechos históricos», aclara.

Para el Lehendakari, hay que evitar el error de «confundir igualdad con uniformidad» y reconoce que «el reto es difícil, pero no imposible: diversidad sin discriminación y un marco jurídico para la institucionalización de cada realidad política y jurídica según sus propias características».

Iñigo Urkullu considera necesario abordar este debate cuanto antes para evitar «que la situación se cronifique y el problema resulte irresoluble», y finalmente «el sistema corra el riesgo de pudrirse, solo por el miedo a intentar alcanzar un cauce de solución».