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La confianza de la población de 15 y más años de la Comunidad Autónoma Vasca en las personas presenta una puntuación de 5,8 sobre 10 y alcanza su mayor valor cuando se refiere a la confianza en las personas del ámbito de su red familiar y su círculo de amistades (7,0).

En el extremo opuesto, con una nota de 5,0, la confianza en las instituciones aumenta y consigue llegar al aprobado por primera vez en 2022, según datos elaborados por Eustat.

Si se considera la confianza en las distintas profesiones (5,6), se observa un continuado aumento respecto a ediciones anteriores. La profesión médica se mantiene como la mejor valorada (7,6), seguida de la científica (7,3) y la docencia (7,0).

Consiguen el aprobado también policías (6,3), comerciantes (6,0), funcionarios y funcionarias (5,6), jueces y juezas (5,5) y empresarios y empresarias (5,1).

Por su parte, los profesionales de la política, pese a aumentar en 6 décimas su puntuación anterior, mantienen la peor nota (3,0) junto con sacerdotes (4,3) y militares (4,7), quedándose a las puertas del aprobado los profesionales del mundo de la información (4,9).

Atendiendo a las redes conformadas por familiares y amistades, la población vasca, al igual que en la edición anterior, cuenta con una media de 24 personas en su entorno, cifra que se reduce a la mitad cuando nos referimos al entorno más próximo.

El grupo de amistades es menos homogéneo, en cuanto a creencias religiosas, nacionalidad, posición social o tendencia política en 2022 y la población que indica tener un nivel alto de homogeneidad en sus amistades deja de ser mayoría (46,1%, 5,1 puntos menos que hace 5 años).

El indicador de homogeneidad en la población es 5,4 sobre 10 y las mayores diferencias se presentan en función de la edad y el nivel de estudios terminados.

Así, los jóvenes entre 25 y 34 años tienen las redes menos homogéneas (4,0) y, por el contrario, los mayores de 65 años, las más homogéneas (7,4). Por nivel de instrucción, las personas con estudios primarios o menos tienen una red más homogénea (6,5), mientras que la población con estudios universitarios muestra una mayor diversidad (4,7). Comparativamente, el indicador ha descendido en los últimos 5 años para toda la población (5,9 en 2017).

El tipo de familia y la clase social declarada son las variables socioeconómicas que más inciden en el número de personas que forman la red de amistades y familiares.

Así, las parejas con hijos e hijas alcanzan el mayor tamaño (26 familiares y amigos de media) y en las unipersonales el número se reduce a 20 miembros, mientras que las personas que tienen su residencia en establecimientos colectivos cuentan con 19.

En relación con la clase social percibida, las más altas llegan a 27 familiares y amigos en contraste con las más bajas, con un valor de 17.
Los grupos más jóvenes (15-24 años) también cuentan con una red de 27 personas.

Por último, el tamaño de la red próxima (familiares y amistades con los que se mantiene una relación cercana) sufre un ligero descenso y pasa de 13 personas en 2017 a 12 en 2022, siendo más numerosa entre quienes se declaran de clase alta y el personal directivo (14 miembros), que entre las personas de procedencia extranjera y quienes se declaran de clase baja (9 personas).

Ayuda prestada y recibida

Relacionados con las redes de amistades y familiares, se encuentran los indicadores de ayuda prestada y recibida en los últimos seis meses, así como el acceso a dicha ayuda en sus tres dimensiones (financiera, de salud y emocional).

En este sentido, la ayuda prestada obtiene una puntuación media de 3,2 y la ayuda recibida de tan sólo 2,0, valores similares a los obtenidos en ediciones anteriores.

En cuanto al indicador de acceso a la ayuda financiera, es la primera vez que se sitúa por debajo del aprobado con un 4,9 y retrocede en tres décimas respecto a 2017.

La diferencia más pronunciada se observa entre quienes se declaran de clase alta, cuyo valor medio alcanza 5,5 y quienes se consideran de clase baja donde solo llegan a 3,4, siendo notables los descensos de ambos indicadores respecto a la edición anterior (6 y 7 décimas, respectivamente).

Esta diferencia también se refleja en el acceso a la ayuda por problemas de salud, con valores de 6,4 en el indicador para quienes se declaran de clase alta y de 4,8 para las de clase baja, así como en el acceso a la ayuda emocional con valores de 6 y 4,4 respectivamente.

Participación electoral

La participación social de la población vasca se centra principalmente en la electoral, con escasa presencia en las asociaciones (0,6). Así, la población vasca sigue declarando una participación electoral elevada (7,0), aunque su valor medio desciende cinco décimas respecto a 2017.

Por otra parte, se mantiene el interés en temas socio-políticos (5,9), pero la baja participación social y política (1,2) se mantiene sin variación en los últimos 10 años.

Atendiendo a la información sobre los asuntos públicos, la población vasca se considera medianamente informada (5,6), pese a la variedad de fuentes de información de distinto ámbito territorial (6,5 de media). No obstante, la frecuencia de acceso a los diferentes medios de comunicación (5,9) desciende 6 décimas respecto a 2017.

Se aprecia que la población se considera más informada sobre los asuntos que le resultan cercanos, preferentemente de su barrio o de su municipio (el 41,4% y 41,5%, respectivamente, considera que su nivel de información es alto) y de la Comunidad Autónoma (39,5%), mientras que lo está algo menos sobre España (34% considera alto su nivel de información) o respecto a Europa (un 31,1% tiene mucha información).

El uso de internet y las redes virtuales sigue siendo bajo, alcanzando su indicador un valor 2,4 de media, pese al aumento en dos décimas respecto a la edición anterior.

Hay una baja participación en foros y uso de internet para establecer nuevas relaciones personales. Las principales diferencias de uso se observan en relación con la edad, donde el indicador de la población más joven (entre 15 y 24 años) se sitúa en 3,4, frente al de la población de 65 o más años, que es de sólo un 1,2.

Relacionado con lo anterior, el indicador más elevado lo ofrece el colectivo de estudiantes (3,5) y continuando con la actividad, las personas paradas hacen mayor uso de internet y las redes virtuales (3,0) que las pensionistas (1,3).

Felicidad

La valoración media de felicidad y salud se sitúa en 7,1. Este indicador, que aporta información sobre la satisfacción con la vida, la salud y los ingresos económicos, se mantiene prácticamente invariable respecto a las ediciones anteriores, aunque sus mayores diferencias están relacionadas con la clase social declarada, oscilando los valores entre el 7,8 para las más privilegiadas y 6,2 para las más bajas.

También se observa un descenso gradual del indicador a medida que aumenta la edad, con un valor medio de 7,3 para los jóvenes entre15 y 34 años y 6,7 para las personas de 65 o más años.

La percepción de la corrupción continúa en niveles altos (6,1 sobre 10) pese a ser tres décimas más baja que en la edición anterior. Son las personas de edades comprendidas entre 25 y 49 años, las que poseen estudios universitarios y las ocupadas, quienes valoran más negativamente este extremo, con un 6,4 todas ellas, dato que contrasta con el ofrecido por las personas de 65 años o más (5,6) y las procedentes del extranjero (5,3).

Por otra parte, la sensación de seguridad de la población se mantiene en niveles de notable (7,9), sintiéndose más seguras las personas mayores de 65 años (8,4) que las jóvenes entre 15 y 24 años (7,4).