Parte del equipo investigador durante los trabajos de campo en la rambla de Lanujar, en Gádor (Almería). | UAL

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Investigadores de la Universidad de Almería (UAL) han determinado que el primer impacto de un meteorito en la Península Ibérica hace ocho millones de años tuvo lugar en la comarca del Medio Andarax, en la provincia de Almería, donde han estudiado el cráter del impacto, que cuenta con una extensión de 22 kilómetros de diámetro.

Así lo ha trasladado la UAL en una nota tras los trabajos de cartografía y delimitación de las anomalías sedimentarias detectadas en la zona por el grupo de investigación RNM 500006 Edafología Aplicada, del Departamento de Agronomía de la Universidad de Almería, desde donde se iniciaron los trabajos hace 15 años cuando se encontraron anomalías sedimentarias en la cuenca de Tabernas y la Sierra de Gádor.

En este sentido, se seleccionaron muestras para estudiarlas desde el punto de vista geoquímico (elementos del Grupo del Platino), en el microscopio petrográfico y en el microscopio electrónico de barrido de la institución académica.

En concreto, existe entre el río Andarax y la rambla de Tabernas una estructura de impacto que configura una estructura circular de 22 kilómetros de diámetro. El impacto se produjo durante el Tortoniense superior, es decir, hace ocho millones de años en el mar, en la somera plataforma marina que había entonces.

A día de hoy, según han trasladado, «es la primera estructura de impacto detectada en la Península Ibérica», por lo que los investigadores la han llamado «estructura de impacto Alhama de Almería».

Una de las características de este evento catastrófico es la presencia de 'Shatter cones' --conos astillados--, la formación de brechas de impacto y la presencia de al menos nueve granos de cuarzos chocados, ya que en ellos se observan al microscopio petrográfico diferentes deformaciones o sets de deformación planar (PDF).

Estas deformaciones «constituyen a día de hoy la prueba más inequívoca de la formación de un cráter» puesto que solo se producen a una presión de 30 gigapascales; unas condiciones que «solo existen o en la onda expansiva de presión de una bomba atómica o en un impacto producido por un cuerpo cósmico».

Asimismo, el estudio geoquímico de los elementos del grupo del platino (PGE) en estas brechas de impacto han confirmado las anómalas concentraciones de algunos de estos elementos como es el caso del iridio, «cuya abundancia ha remitido a los investigadores a su origen extraterrestre».

Este tipo de estudios se enmarcan en las llamadas ciencias planetarias, disciplina que en las universidades y centros de investigación españoles apenas existen investigadores, por lo que puede ser una magnífica oportunidad para su desarrollo.

Además, existen numerosos aspectos que quedan por estudiar, que podrían ser una puerta abierta para los jóvenes investigadores, como son los posibles efectos de este hecho en la zona, en lo relativo a la formación de diferentes yacimientos minerales, anomalías geotérmicas, geofísicas y geoquímicas. Esta estructura de impacto aumenta la riqueza geológica de la Cordillera Bética.

Para los trabajos realizados, los investigadores de la UAL han contado con el apoyo del Centro de Astrobiología (CAB), el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial-Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Torrejón de Ardoz, Madrid (INTA-CSIC, el Departamento de Geología de la Universidad de Lund (Suecia) y Eurogeologist de Estepona, Málaga. Gracias a su labor se ha podido completar el estudio de los cuarzos de choque y los shatter cones detectados en los materiales afectados por el impacto del meteorito.