Archivo - Ciudad de la Justicia de València | Rober Solsona - Europa Press - Archivo

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Un jurado popular ha declarado culpable de homicidio al hombre acusado de matar a golpes al capataz que se ocupaba de domar, cuidar y mantener a sus caballos en una finca ubicada en la localidad valenciana de Torrent. El acusado negó los hechos durante el juicio y defendió que la víctima ni trabajaba para él ni lo mató: «Nunca lo he tocado», dijo.

El juicio contra este hombre se celebró la pasada semana en la Audiencia de Valencia ante un jurado popular que ha emitido este martes un veredicto de culpabilidad para el hombre, según han confirmado a Europa Press fuentes del procedimiento. De esta forma, no ha respaldado la tesis planteada por la defensa de que la víctima murió por un golpe de calor. Ahora será el tribunal el que fije la pena de prisión.

El acusado, dueño de la finca de caballos, se enfrenta a una pena de 16 años y 10 meses de prisión por un delito de homicidio y otro contra la integridad moral con la circunstancia agravante de abuso de superioridad, según le reclama el ministerio fiscal. Su defensa reclamaba la absolución al alegar que no mató al trabajador, sino que éste falleció por un golpe de calor, ya que ese día hacía más de 35ºC.

Los hechos se remontan al 27 de agosto de 2021. Ese día, según la Fiscalía, se inició una discusión entre el acusado y la víctima por la llave de agua de una de las cuadras, durante la que el encausado habría golpeado de forma brusca con un palo al fallecido. Otro trabajador de la finca habría parado la pelea, pero el acusado la retomaría horas después pese a que sabría que los golpes le podían causar la muerte.

Según la fiscal, el acusado solía gritar, insultar, humillar y golpear a la víctima y le causaba hematomas y cortes que se curaba ella misma con medicamentos para caballos porque no quería ir al médico debido al temor que le tenía al procesado.

El acusado negó esta versión de los hechos ofrecida por el ministerio público y defendió en la vista que la víctima no trabajaba para él, sino que lo tenía acogido en su finca, y negó que lo matara.

Sobre el día de los hechos, manifestó que madrugó, se fue a almorzar y luego regresó a la finca a trabajar. A mitad mañana vio de lejos a la víctima, «quien a veces tenía heridas y hematomas, y una cicatriz de un puñetazo. También bebía y era muy mujeriego. Las mujeres se quedaban cautivadas con él, tenía un armario como casi nadie tenía. Botas de 3.000 euros tenía varias», dijo. «A veces me decía que le habían pegado pero no le sacaba mucho. Yo nunca le he tocado», añadió.

«Estoy indignado con las barbaridades que he oído. Nunca he sido así. Siempre he tenido con él --la víctima-- un trato correcto y nunca le he agredido, ni con palos», mantuvo durante todo el juicio.