La demolición de las tres calderas de la central, junto con la voladura de las tres torres de refrigeración y de la chimenea de 343 metros de altura, ha supuesto un «hito», no solo por el simbolismo de las estructuras sino también desde un punto de vista técnico, ha apuntado la compañía eléctrica.
Para la realización de estas actuaciones ha sido necesario diseñar exhaustivos procedimientos con el objetivo de garantizar unas condiciones absolutas de seguridad y efectivas de demolición.
En el caso de la voladura de las calderas, el proceso ha sido complejo al tratarse elementos metálicos cuyo proceso de análisis, estudio y ejecución son diferentes a los de la demolición de estructuras de hormigón.
Proyecto de demolición
La ejecución de estos trabajos es el resultado de un proyecto específico previo en el que se ha analizado estructuralmente la afección de los trabajos preparatorios, así como la dinámica de la voladura, su secuencia, dirección de caída, medidas mitigadoras de las afecciones, medidas de vibraciones y puesta en seguridad de todos los elementos y estructuras afectadas. Para la demolición se han utilizado 340 detonadores y 620 Kg de explosivo y se ha fijado un radio de seguridad de 400 metros.
Una vez que la caldera está en el suelo se realizan los trabajos de corte y preparación para el transporte con máquinas pesadas, lo que evita tener que hacer trabajos con operarios en altura y se maximiza la seguridad del proceso.
La voladura de cada una de las calderas ha producido alrededor de 10.000 toneladas de residuos metálicos que serán gestionados de acuerdo con la normativa medioambiental.
El desmantelamiento de la central térmica Teruel, es una operación de gran complejidad técnica que está movilizando ingentes recursos: alrededor de 250 personas de mano de obra directa, se están ocupando de los trabajos hasta su finalización en 2025.
El equipo humano que se está ocupando de los trabajos procede en su mayoría de antiguas empresas contratistas o de residentes en la Comarca Andorra-Sierra de Arcos y limítrofes, ya que Endesa ha dado prioridad a ello.
Desde el punto de vista medioambiental se está aplicando un sistema de demolición selectiva para segregar y caracterizar cada una de las 260.000 toneladas que conforman el volumen de la demolición.
Asimismo, para reducir en todo lo posible las afecciones al entorno se ha implantado un plan de vigilancia ambiental con especial atención a las emisiones y vertidos durante la ejecución de los trabajos. Está prevista también la reutilización de los residuos de hormigón, con el objetivo de revalorizar el 90% de los residuos generados.
La central térmica de andorra
La Central Térmica de Andorra constaba de tres grupos, con una potencia total de 1.100 MW. Cada uno disponía de caldera, turboalternador y torre de refrigeración.
Completaban la instalación el parque de carbones y caliza, el sistema de evacuación de cenizas y escorias, la planta de desulfuración y la chimenea de 343 m de altura para la evacuación de los gases de combustión.
Fue construida con objeto de llevar a cabo un uso extensivo de los lignitos negros procedentes de explotaciones situadas en la cuenca minera turolense, mezclados con carbones de importación.
El lignito se transportaba hasta el parque de carbones de la central y los carbones importados se transportaban INTERNAL 3 por barco hasta el puerto de Tarragona y, desde allí, por ferrocarril hasta la planta.
Durante sus cuatro décadas de actividad produjo 224.000 GWh, equivalentes al consumo de electricidad peninsular durante un año.
Para ello necesitó 142 millones de toneladas de carbón, de las que 110,9 millones de toneladas fueron de carbón nacional y 31,7 millones de toneladas de carbón importado.
Proceso de desmantelamiento
Endesa solicita el cierre en 2019, cuando inicia su proceso de desmantelamiento y la elaboración de un plan de futuro que contempla la implantación de nueva industria y el desarrollo de energías renovables.
Así, Andorra pasará de producir energía con carbón, a generar energía limpia con una potencia instalada de 1.843,6 MW gracias a siete proyectos renovables hibridados, dos proyectos de almacenamiento con baterías, un proyecto de hidrógeno verde y un compensador síncrono.
Este desarrollo renovable va acompañado de un plan socioeconómico para crear empleo y valor añadido en la zona.
Las nuevas plantas renovables se ubicarán en Albalate del Arzobispo, Híjar, Samper de Calanda, Castelnou, Andorra, Calanda, Alcañiz, La Puebla de Híjar, Jatiel, y Alcorisa.
Para la construcción de estas instalaciones Endesa, a través de su filial renovable Enel Green Power España, invertirá más de 1.800 millones de euros y, junto con el plan socioeconómico, generará más de 6.300 empleos en total, de los que más de 370 serán empleos directos ligados al proyecto renovable.
Endesa ya ha firmado preacuerdos con empresas ganaderas de ovino con arraigo en la zona, con empresas con actividad peletera y con empresas agrícola-ganaderas de ovino.
Asimismo, el Plan de Acompañamiento socioeconómico incluye el desarrollo de comunidades energéticas con una potencia total de 3.000 kW en varios municipios del Nudo de Transición Justa.
Las localidades que forman parte de esta iniciativa participarán en la instalación de plantas de autoconsumo fotovoltaico en emplazamientos públicos con una potencia total de 3.000 kWp que permitirá a 3.800 beneficiarios un notable ahorro de su factura de energía eléctrica favoreciendo así la autonomía y la eficiencia energética de estas localidades.
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