Esta muestra informa sobre la idea de la momificación y el concepto de la muerte y del más allá en esta civilización a través de seis momias, que se exhiben junto con algunos de sus sarcófagos y más de 260 objetos encontrados en sus tumbas y yacimientos, todos ellos pertenecientes a la colección del museo londinense.
Las seis momias datan de la época más reciente de esta civilización de la Antigüedad, desde la Dinastía XXII, en torno al año 800 antes de Cristo, hasta el Egipto romano, entre el 40 y el 55 antes de Cristo.
«La arqueología ya no busca tesoros: busca historias de vida», mostrar la vida cotidiana de las personas en el pasado, ha señalado en rueda de prensa la directora general adjunta de la Fundación la Caixa, Elisa Durán.
Los egipcios también padecían cáncer o colesterol
Como curiosidad, además de cómo preparaban a las personas para el más allá en el Egipto faraónico, la muestra descubre las causas de su fallecimiento, que en muchos casos no son tan diferentes a las actuales, ya que aparecen enfermedades cardiovasculares, colesterol o cáncer.
Durán ha destacado que, desde el descubrimiento de la 'Piedra Roseta' por el ejército napoleónico en 1799, que marca «un antes y un después», «no ha dejado de crecer el interés hacia el Antiguo Egipto».
Así, la exposición propone retomar la idea romántica de «conversar» con las momias y que estas cuenten a los visitantes sus secretos y cómo era su día a día y su preparación para el más allá. Todo ello a través de una tecnología que permitirá ver detalles hasta ahora «desconocidos».
Una tecnología que disecciona las momias
El comisario de la muestra, Daniel Antonine, del 'British Museum', ha señalado que la tecnología utilizada ha permitido captar múltiples capas en estos enterramientos y, a la vez, transmitirlas en modelos tridimensionales muy precisos. «Nunca se había desenvuelto previamente una momia», ha recalcado.
Una momias que, además, están «intactas», al igual que multitud de papiros hallados en Egipto, gracias a las técnicas de conservación utilizadas y al clima seco de la zona, que han llegado incluso a mantener hasta hoy restos orgánicos de pan o frutos que se colocaban en las tumbas, algo que sería «imposible» en Europa.
Frente a la anterior exposición 'Farón. Rey de Egipto', exhibida en CaixaForum Zaragoza en 2021, la actual propone algo «más íntimo» y más centrado en los individuos, no sólo en lo relacionado con las tradiciones funerarias, sino con sus propias vidas. Eso sí, siguen siendo personas pertenecientes a la élite ya que eran quienes se podían permitir el costoso embalsamamiento y la momificación.
Según la otra comisaria, Marie Vandenbeusch, pese a trasladar al visitante a una civilización «muy diferente», se demuestra que eran personas con «los mismos problemas» y «las mismas alegrías».
En los diferentes espacios de la exposición, se pueden ver las momias, sus sarcófagos, los objetos hallados en su sepultura y una pantalla que disecciona digitalmente estos cuerpos para comprender mejor estos ritos.
Ameniryirt
Así, la primera de ellas, Ameniryirt, un funcionario de Tebas encargado de los ingresos, que data de la Dinastía XXVI, en torno al 600 antes de Cristo, aparece con unas inscripciones que revelan que trabajaba en los dominios de la divina adoratriz de Amón.
Al supervisar unos demonios de enorme riqueza, esto lo situaba en una posición de poder, lo que se confirma con la esmerada conservación de su cuerpo. La tomografía demuestra que medía unos 164 centímetros, el desgaste de las articulaciones de su pelvis indica que tenía entre 35 y 49 años cuando murió y también se ha descubierto que padecía un cáncer extendido a los huesos, además de sufrir una enfermedad cardiovascular --aterosclerosis--, otra enfermedad dental y una lesión en la columna.
La pantalla revela también las incisiones por las que extrajeron los órganos, que luego se cubrían con material granular --tierra, arena, líquenes o serrín-- y con resina para ayudar a la conservación del cuerpo. En algunas ocasiones --no en esta--, se conservaban los cerebros y casi siempre se dejaba el corazón, que los antiguos egipcios consideraban «el centro del alma».
Las vísceras se guardaban a menudo en jarras y el cadáver era preparado y colocado en imitación al dios Osiris --el dios funerario más importante ya que, después de renacer, se convierte en señor del inframundo--, para recubrirlo luego con varias capas de vendaje de lino.
Resto de momias
La segunda de las momias, la más antigua, se llamaba Nesperennub y fue sacerdote en Tebas durante la Dinastía XXII. En ella destacan los llamativos colores en su sarcófago y las tomografías revelan que debajo de los envoltorios se incluyeron múltiples amuletos y objetos rituales, a los que atribuían poderes mágicos para proteger al difunto y ayudarlo a alcanzar la inmortalidad.
Penamunnebnesuttawy fue un sacerdote del norte de Egipto y en su cadáver también aparece una enfermedad en los dientes, lo que demostraría que en el Antiguo Egipto había una muy mala salud bucodental, y, de nuevo, aterosclerosis. El hecho de que tantos individuos momificados presenten esta enfermedad se puede deber a que los miembros de la élite tenían una dieta rica en grasas animales o a factores genéticos.
No obstante, los restos de comida encontrados en los yacimientos y las representaciones en tumbas y templos indican que los egipcios tenían una dieta rica y variada, al menos para las clases altas, ya que aparecen pan, cerveza de cebada, vino, alubias, pescado, aves y una gran variedad de frutas y verduras.
La única mujer es Tahkenemet, quien vivió en Tebas en torno al año 700 antes de Cristo y estaba casada. Fue enterrada en tres sarcófagos encajados uno dentro de otro, llevaba un vestido semitranslúcido y sostiene un instrumento musical parecido a un sonajero conocido como 'sistro', lo que prueba la importancia de la música en el Antiguo Egipto.
Del periodo romano es un niño de unos cuatro años procedente del norte de Egipto, enterrado con un retrato suyo pintado sobre tela. En algunas tumbas infantiles, se han encontrado juguetes, pelotas o muñecas muy similares a los actuales.
De finales de la dinastía ptolemaica o principios del periodo romano --año 100 antes de Cristo-- es la última momia, de un joven, de entre 17 y 18 años, con un buen estado de conservación, pero las tomografías demuestran que alguien accedió al interior de su cuerpo después de su momificación, quizá para apropiarse de sus amuletos.
Actividades asociadas
Entre las actividades propuestas por CaixaForum en torno a esta exposición, destacan diferentes visitas guiadas: para público familiar, que se han tenido que duplicar los sábados y los domingos; una visita comentada --jueves y sábados a las 18.00 horas y domingos a las 12.00 horas--; y un 'pack' de visita comentada y menú temático en el restaurante, además de las destinadas a los centros educativos, que ya tienen confirmados más de 200 grupos con unos 5.000 escolares.
Para el público general, tras la conferencia inaugural, este martes, que ya tiene todas las localidades completas, habrá un ciclo de cuatro sesiones divulgativas y otro sobre cine relacionado con momias, con las proyecciones de las películas «Faraón» (Polonia, 1966) y «Al-Mummia» (Egipto, 1969).
Por último, para el próximo 31 de mayo está prevista una 'Noche de momias', con espectáculos, actividades y talleres en torno a la egiptología.
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