El libro transcurre enmarcado entre los recuerdos del primer escenario donde se subió por primera vez, siendo niño, el Velódromo de Anoeta, y el de las Fiestas del Pilar de 1998, que supuso «la consagración de La Oreja de Van Gogh para el gran público».
En ese sentido, sostiene que «nadie vuelve a ser el mismo después de pisar un escenario. No importa lo que suceda arriba. Para bien o para mal, nunca baja la misma persona que subió».
Tal y como explican desde su editorial, el libro supone «un ejercicio de memoria intenso y conmovedor donde los recuerdos construyen una poderosa reflexión sobre el impacto del miedo y de la violencia, pero también acerca del valor de la amistad y de la música».
El propio músico recuerda que su madre solía decirle «desde bien pequeño, una frase que me ha acompañado siempre»: «Cuando salgas a la calle, no te olvides nunca de quién es tu padre».
En su relato, el guitarrista donostiarra recuerda que, en una ocasión, un compañero le avisó de que habían pintado en una pared del baño 'Benegas' dentro de una diana. «Bajé a verlo y me impresionó mucho descubrir mi apellido en un punto de mira» confiesa.
En ese momento, Benegas explica que lo que le preocupaba era que quienes entraban en el baño le identificaran con la pintada o que alguien se distanciara de él por miedo a que también le señalaran. «Solo quería que la borraran de inmediato. Ni siquiera me interesaba saber quién la había hecho. Me daba igual», añade.
Tampoco pensaba, prosigue, «que fueran a matarme, pero sí lograron su objetivo: me quedé tocado; porque en un adolescente, el miedo y la vergüenza bien mezclados son un potente inhibidor y quizás hubiera sido mejor no verlo y protegerme. No lo sé».
Tras avisar a un profesor, lo borraron y no trascendió en el instituto. Sin embargo, subraya, «la cuestión es que ya tenía una imagen más para mi álbum del terror».
Asesinato de gregorio ordoñez
Uno de los momentos clave del libro es cuando el músico recuerda el asesinato del concejal donostiarra del PP, Gregorio Ordoñez, en 1995 y la conmoción que supuso en su círculo universitario, ya que constituyó «el detonante» para que un grupo de estudiantes de la Universidad del País Vasco organizase una marcha pacífica contra la banda terrorista.
«Desplegamos el plástico, cogí un rotulador y me eché al suelo para escribir en letras mayúsculas la frase 'Sin tolerancia ¿qué nos queda?', que se le había ocurrido a un estudiante de filosofía».
Aquel fue el lema con el que se manifestaron «en silencio y escoltados por la policía, que controló el tráfico hasta el ayuntamiento», donde les recibió el alcalde Odón Elorza.
Benegas defiende que, tras aquella respuesta, «formar parte de esa juventud, acusada de frívola y pasota, que había dado una lección a ETA en la universidad y en la calle, es uno de los momentos más conmovedores que he vivido» revela.
Origen del grupo
El libro narra también, de forma paralela a su experiencia personal, aspectos desconocidos sobre los orígenes de La Oreja de Van Gogh, desde la elección del nombre de la banda, a la grabación de sus primeras maquetas; y del triunfo en el concurso de pop rock 'Ciudad de San Sebastián', al fichaje por la multinacional Sony con la que debutaron; sin «dejar de lado» el proceso creativo de algunos de los temas más conocidos y emblemáticos del quinteto donostiarra.
Benegas recuerda, respecto a los orígenes de su aventura musical, que «las pequeñas cosas del día a día se abrían paso en ese contexto de miedo y violencia en el que vivíamos, cuando, de manera inconsciente, nuestra música empezó a contar que en nuestra ciudad también pasaban otras cosas».
Entre ellas, y expresadas en sus letras, «que nos enamorábamos y sufríamos por amor, que cogíamos el autobús, que nos contábamos secretos al oído, que teníamos sueños, pesadillas y mirábamos la luna tumbados sobre la arena de la playa de La Concha». «No era más que un grito de esperanza para recordar nos que en algún momento las flores volverían a crecer donde ahora llorábamos», afirma.
En este punto, en medio del miedo a que ETA atentara contra su familia, el músico confiesa que ensayar le ayudaba a «pasar el tiempo sin mirar cómo iba y venía el columpio de la tristeza» porque, tal y como enfatiza, «para mí era una vía de escape, una ventana abierta a otro paisaje que me permitía huir de todo lo que significaba ETA».
En aquel local de ensayo, recuerda, «con mis compañeros, me sentía tranquilo, en paz» porque, «hasta que aparecieron ellos, ninguno de mis amigos íntimos me acompañaba a las concentraciones».
El resto de la banda, se convirtieron, reconoce, en «unos amigos que me comprendían con mis circunstancias, con los que compartía ética y mirada; que eran conscientes de la situación de mi padre y de mi familia, del riesgo real y del sufrimiento pasado y presente, y no solo me apoyaban en lo que hacía, sino que me ayudaban a hacerlo, sin excusas ni rodeos».
El guitarrista donostiarra asegura que, aunque la frase «pueda sonar grandilocuente y presuntuosa», nunca sabrá si la música y sus compañeros le «salvaron la vida» pero, añade: «lo que sí sé es que el primero de los caminos hubiera sido una dura travesía por la tristeza y el dolor, mientras que el segundo ha sido un viaje lleno de felicidad y de color».
La presentación del libro tendrá lugar en el Aquarium del Puerto donostiarra a partir de las 19.00 horas. La entrada es libre hasta completar aforo y el acto está organizado por el Aula de Cultura DV.
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