Una persona paseando, a 30 de julio de 2024, en Madrid (España). | Eduardo Parra - Europa Press

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Desde el inicio del verano, la Comunidad de Madrid ha sufrido su tercera ola de calor con valores que han rebasado la barrera de los 40ºC durante los picos álgidos en numerosos puntos de la región.

Estas temperaturas asfixiantes se ven acentuadas en las grandes urbes, como es el caso de la capital, donde es habitual encontrarse con el fenómeno conocido como 'efecto isla de calor', en la que sus ciudadanos se enfrentan a un aumento drástico del mercurio respecto a otras zonas de la periferia y rurales.

En el estudio 'Urban Heat Snapshot', la consultora global de desarrollo sostenible Arup ha analizado una superficie de 150 kilómetros cuadrados de la ciudad, centrándose en el día más caluroso que experimentó Madrid durante el año 2022, y ha determinado que la plaza Juan Pujol, en Malasaña, es el punto «más caliente» de la ciudad, con una diferencia de 8,5ºC frente al norte de Casa de Campo, el «más frío».

«El efecto de isla de calor urbana (ICU) es un fenómeno que se produce cuando se sustituye la superficie natural del suelo de las ciudades por carreteras, edificios y otros materiales que absorben el calor, dejando muy poca agua y vegetación para enfriarlas», ha explicado a Europa Press la directora de Servicios de Clima y Sostenibilidad de Arup, Susana Saiz.

Así, según ha señalado Saiz, Casa de Campo, con un 89% de vegetación (frente al 3% de Malasaña), demuestra que la presencia de grandes pulmones verdes en el corazón de las ciudades tiene un «gran impacto» en el efecto de isla de calor urbano. «La vegetación es fundamental a la hora de diseñar una ciudad, puesto que absorbe la radiación y no la emite, a diferencia del asfalto. Es necesario cambiar el modelo, ya que en la actualidad es insostenible», ha afirmado.

En este sentido, Saiz ha explicado que es «evidente» que los barrios más vulnerables también corren más riesgo de exposición al calor, debido a factores como la falta de árboles y espacios verdes, así como la falta de acceso a aire acondicionado fruto de la pobreza energética. «Se benefician muy pocos, y hay que recordar que el aire acondicionado es una de esas actividades humanas que provocan un aumento del efecto 'isla'», ha añadido.

La isla de calor urbano representa además un problema principalmente durante la noche, según Arup, ya que «la energía térmica retenida por los materiales de construcción -como el cemento- durante el día se libera en la atmósfera». En Madrid, las mínimas han rondado los 20ºC en los últimos 15 días y han rebasado en algunos puntos los 23ºC en las noches de la ola de calor.

«Las altas temperaturas nocturnas también provocan problemas de salud, incluyendo dificultades para conciliar el sueño, lo que incrementa el estrés e impacta especialmente a la población vulnerable, como niños y ancianos», ha señalado la consultora.

«En la zona estudiada de Madrid (Malasaña), se detectó que más de 300.000 ancianos mayores de 65 años y más de 170.000 niños menores de 15 años vivían en este 'punto caliente', es preocupante ya que el calor afecta en mayor medida a este segmento de la población», ha corroborado Saiz.

"el cambio de modelo es urgente"

El estudio ICU resalta además la «urgencia» de la situación, ya augura que el número de ciudades expuestas a temperaturas extremas de 35ºC o más se triplique para 2050, algo que tendrá impacto también en la salud. En 2022, el Instituto Europeo de Salud estimó en más de 61.000 las muertes relacionadas con el calor en el continente.

Es por ello que la directora de Servicios de Clima y Sostenibilidad de Arup ha abogado por un nuevo modelo urbano y ha hecho un llamamiento a las distintas administraciones para apostar por una visión «más positiva» de las urbes, que pase por un diseño más «responsable» que ayude a mitigar el impacto del calor en las calles.

«Sin darnos cuenta, hemos diseñado muchas de nuestras ciudades para que sean calurosas. Hemos excluido la naturaleza, hemos hormigonado nuestras calles, hemos construido edificios que obstruyen los canales naturales de ventilación en las ciudades. Hemos desterrado las zonas verdes a las áreas en las que no vive la mayor parte de la gente», ha explicado Susana Saiz.

«Los estanques, lagos, árboles, hierbas, suelos y otras superficies que permiten que el agua penetre en la tierra deben considerarse infraestructuras vitales, puesto que son esenciales para adaptarnos al cambio climático, y herramientas digitales como la Inteligencia Artificial pueden ayudarnos a desarrollar soluciones», ha añadido.

Madrid, a la cabeza del ranking de las 'islas de calor'

Finalmente, Arup ha destacado en su estudio que Madrid es la ciudad con mayor diferencia térmica entre el centro urbano y sus alrededores, por delante de las otras cinco urbes estudiadas: El Cairo (Egipto), Londres (Reino Unido), Los Ángeles (EE UU), Bombay (India) y Nueva York (EE UU).

En concreto, Bombay sigue a Madrid en el ranking con 7ºC de diferencia entre el punto «más caliente» y «el más frío»; mientras que El Cairo y Los Ángeles registran 5ºC y, finalmente, Londres y Nueva York, ambos con una diferencia de 4,5ºC.

Pese a que el agua también juega un papel importante en los puntos fríos, como es el caso de El Cairo, que cuenta con un 21% de vegetación y un 74% de agua en Maharashtra, Saiz recalca que es secundario y que conviene pensar en el tipo de masa acuática instalada en el entorno, priorizando los estanques y lagos.

«Rechazar la cobertura vegetal en favor de la instalación de fuentes ornamentales no soluciona el problema, es cierto que aumenta la humedad en el ambiente y genera una sensación de refrescamiento puntual, pero no es una solución», ha explicado a Europa Press.

Greenpeace también llama a "reverdecer" madrid

La organización ecologista Greenpeace utilizó cámaras termográficas en distintos puntos de la ciudad de Madrid «para dejar constancia del calor extremo», al registrar el pasado miércoles temperaturas de hasta 63,5ºC en la Plaza Mayor, 54,8ºC en la Puerta del Sol o 65ºC en Callao.

Tras recoger estos datos, la entidad reclamó urgentemente la adaptación de la ciudad, dado que las olas de calor son «el evento meteorológico extremo más mortal en España, con 8.000 muertes atribuibles al calor extremo entre 2022 y 2023».

La mitigación, según Greenpeace, viene de la mano de «la cobertura vegetal», que puede «disminuir la temperatura hasta 12ºC». «Madrid y el resto de ciudades necesitan reverdecer para luchar contra el calor extremo», subrayó en un comunicado. Al hilo, en los alrededores del Museo del Prado se midió una temperatura cercana a los 45ºC, sin embargo, la cámara recogió temperaturas mucho más frescas, cercanas a los 27ºC, debido a los árboles y fuentes del Paseo del Prado.

«La presencia de arbolado maduro es una de las mejores medidas contra el calor extremo», recetan en Greenpeace. Entre las medidas esenciales avaladas por la ciencia y que destaca la organización ecologista, se encuentra también la «renaturalización» de las ciudades y las políticas «comprometidas y vinculantes» de reducción de emisiones que pongan fin al uso de los combustibles fósiles causantes del cambio climático.

«Ante el aumento del número e intensidad de las olas de calor es imprescindible que los municipios pongan en marcha planes con todas las medidas necesarias para transformarse en municipios mejor adaptados al cambio climático, resilientes y justos», demandó Greenpeace.