Álvarez, acompañada de la arqueóloga foral Mertxe Urteaga, ha dado cuenta de las conclusiones del análisis y documentación realizado de esta pieza por parte del Servicio de Patrimonio del Departamento foral de Cultura.
La diputada ha destacado que este hallazgo permite «avanzar en el estudio de la carpintería naval vasca del siglo XV y su aportación al legado europeo».
Tras seis jornadas de intenso trabajo aprovechando las mareas vivas, el informe concluye que se trata de «un pecio de madera de roble del siglo XV, de 14 metros de eslora», ha explicado. La pieza no será extraída, y «tras realizarle un tratamiento específico de protección, seguirá descansando en el arenal donostiarra».
Álvarez ha destacado que el hallazgo del pecio de Ondarreta es «extraordinario para el patrimonio naval medieval vasco», ya que «los testimonios arqueológicos de barcos medievales son muy reducidos, en comparación con la cantidad de información que hay sobre el tráfico marítimo en esa época». «Con el pecio de Ondarreta, se añade un ejemplo más, y refuerza el peso de los astilleros vascos en la época a nivel europeo», ha añadido.
El 4 de septiembre un paseante descubrió por casualidad elementos de madera en el extremo de la playa más próximo al paseo de Eduardo Chillida. El personal técnico de la Diputación inició de inmediato un plan de evaluación, que se llevó a cabo los días 5 y 6 de septiembre. En esta operación, se comprobó que se trataba de una embarcación con casco a tingladillo y forro interior. La muestra de roble obtenida de una traca del casco permitió datar por dendrocronología el último anillo de crecimiento presente en el año 1.425.
La semana siguiente, aprovechando que se trataba de una semana de mareas muertas, según explica la arqueóloga foral Mertxe Urteaga, que ha estado al frente del operativo, «se redactó el proyecto de actuación arqueológica de emergencia, y se planificaron los trabajos para los días 17 al 22, coincidiendo con las mareas vivas».
«Tuvimos mucha suerte porque incluían cotas de marea baja extraordinarias, y el pecio quedaba accesible entre 3 y 4 horas, en los casos más favorables», ha recordado.
Urteaga ha detallado que la labor diaria comenzaba con la ayuda de una pequeña excavadora «para abrir canales de drenaje y favorecer así la evacuación con motobombas de las aguas en la zona de trabajo. Se instalaba el vallado y, en cuanto se retiraban las aguas, comenzaba la extracción a contrarreloj de los depósitos de arena que cubrían el pecio».
«Entre las observaciones, figura la conservación de parte del lastre de piedra caliza y restos de mineral de hierro (óxidos e hidróxidos) que llevaba en su carga», ha indicado.
A su juicio, «el estudio del lastre permitirá saber las rutas marítimas que seguía la embarcación». El equipo técnico de esta operación ha estado compuesto por ocho personas.
Urteaga ha señalado que la datación que se maneja para este pecio lo hace contemporáneo del de Newport, un mercante de 30 metros de eslora, construido en los astilleros vascos, que se descubrió en esa ciudad galesa en el año 2002. Se suma, además, al pecio de Urbieta en Bizkaia de cronología similar y a los pecios de Orio II y Orio IV que se extrajeron de la desembocadura del Oria para evitar que fueran destruidos en unas obras de drenaje en 1991-1992.
Segundo hallazgo
El hallazgo de Ondarreta se trata además del segundo en el mismo sector de la playa de Ondarreta en un mes, ya que el 5 de agosto las corrientes marinas habían desplazado toneladas de arena de esa zona, dejando a la vista el lecho de piedras y también una costilla de una barcaza. El equipo técnico del Servicio foral de Patrimonio Cultural diseñó y llevó adelante la operación de extracción de la pieza, que fue trasladada a la piscina de Gordailua, el centro de Colecciones Patrimoniales de bienes muebles de Gipuzkoa.
Allí sigue el tratamiento de desalación y mantenimiento de las condiciones de saturación de agua en las que se ha conservado la madera. Asimismo, se ha podido constatar que se trata de «un elemento aislado que por sus características podía pertenecer a una embarcación de fondo plano de las que frecuentaron el estuario del cauce de Igara que era navegable hasta Añorga; la existencia en esa zona del caserío Portuetxe que se mantiene como reconocido asador, es prueba de ello», ha indicado.
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