La escritoar Gabriela Wiener | NATALIA GRANDE

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La escritora y periodista Gabriela Wiener (Lima, 1975) considera que el arte por el arte es «una posición propia de salones liberales burgueses donde habla gente con mucho tiempo para escribir, es una proclama individualista». Frente a esa postura, apuesta por «pedirle de todo a los libros como hay que pedirle todo a las personas» porque «este mundo está demasiado mal». «Creo profundamente en el poder transformador de lo que leemos».

Así lo asevera la autora, en declaraciones a Europa Press, con motivo de la presentación de su nueva obra, 'Atusparia' (Random House), en la que presenta a una política de izquierda víctima del 'lawfare' se encuentra prisionera en una cárcel de alta seguridad en las entrañas de la selva amazónica.

Se hace llamar Atusparia, como el líder de la resistencia indígena peruana del siglo XIX y como el delirante colegio comunista donde estudió en los estertores de la guerra fría. El amor en tiempos del capitalismo la engulle en una espiral de drogas y sexualidad frenética que la alejarán de los viejos ideales de su educación hasta que el llamado de sus raíces la llevarán a emprender un viaje al pie del lago Titicaca y mimetizarse con el héroe revolucionario de su infancia.

Wiener asegura que «da miedo» la existencia del 'lawfare', un «procedimiento gravísimo y que les está funcionando muy bien». «La politóloga Arantxa Tirado ha alertado en su último libro que el lawfare es originalmente una táctica militar para dirimir conflictos políticos y sociales y es el método en que la democracia liberal subvierte la propia democracia liberal. Es una estrategia para sacarse de en medio a políticos de izquierda, revolucionarios y es revelador de la poca independencia de poderes que hay y de los límites de la democracia», declara.

Además, incide en que «son muchas mujeres las que han sufrido lawfare, eso significa que este tipo de persecución judicial hay que sumarle la intersección con el género, la clase o la raza, como también se persigue políticas por ser, por ejemplo, migrantes».

Y junto al ámbito judicial, la autora advierte también de la situación de los medios de comunicación, que, lamenta, están jugando «un papel vergonzoso». «Buena parte de la prensa --expone-- es operadora mediática de grandes intereses políticos y económicos. Las 'fake news' propagadas por los medios pero sobre todo su enorme irresponsabilidad para darle espacio y visibilidad a voceros del odio ha tenido mucho que ver con el actual auge de la ultraderecha en el mundo. Tras la fachada de la libertad de expresión una gran cantidad de medios son hoy el principal peligro para la democracia».

Preguntada sobre el debate histórico en torno al arte comprometido, la autora peruana confiesa que le «aburre muchísimo la obra como universo cerrado autónomo y autosuficiente». «Me gusta estar en relación, aquí y ahora. Las obras de arte son procesos abiertos y la autoría casi siempre se comparte», afirma.

Y añade al respecto: «Yo sí creo que Manuel Scorza decía que cuando todo lo demás no funciona nos queda la literatura como ese último tribunal para apelar, para hacernos justicia. Gracias a que Velasco Alvarado leyó Redoble por rancas, el libro de Scorza, supo que quien estaba en la cárcel era un héroe de las luchas por la tierra y no un criminal y lo liberó. Creo profundamente en el poder transformador de lo que leemos».

Con su anterior obra, 'Huaco retrato', Gabriela Wiener fue finalista del Booker Prize Internacional. Ahora, dice, espera que 'Atusparia' suponga «un paso en firme o en falso pero que alcance a los lectores que quieran dejarse alcanzar».

Explica que en este libro ha probado muchas cosas que antes no se atrevía a hacer. «Es hasta cierto punto un libro que ha supuesto experimentación y juego literario para mí. Es una historia sobre la pasión política y el amor por las utopías, pero también es mi canción de despecho a lo Shakira», apunta.

Wiener es una exponente de las siempre pujantes letras de Latinoamérica, un «territorio vivo, demoledor y fascinante, donde hoy florece la mejor literatura en español», asegura.

Caldo de cultivo para ideas fascistas".

Por último, y sobre el debate acerca de si España debería perdón por su pasado colonial y las posiciones que niegan tal posibilidad, la escritora cree que son puntos de vista «negacionistas que denotan una falta absoluta de inteligencia y de cultura, caldo de cultivo para ideas fascistas».

«Revelan que para muchos en este país la identidad española descansa en viejas nostalgias imperiales. El Estado español no tiene huevos para mirarse en el espejo del colonizador y están en la retaguardia de los procesos de memoria histórica a nivel mundial. Estamos esperando que les llegue pronto ese momento de madurez democrática», zanja.