La Fiscalía pide 20 años de prisión para el acusado de maltratar de forma reiterada a la que fue su pareja durante cuatro años y amenazarla de muerte con un cuchillo para forzarla a mantener relaciones sexuales.
Según el relato del procesado, la pareja se conoció en 2016 en Sudáfrica, país de origen de ella, y en 2018 decidieron, según él de forma «conjunta», trasladarse a vivir a España con la hija de la denunciante.
Él viajó primero para arreglar los papeles de ambas y, en septiembre, les envió dos cartas de invitación para que pudiesen instalarse en España hasta diciembre, tiempo que utilizarían para legalizar su situación en el país.
El acusado ha asegurado que se hicieron pareja de hecho, que ella consiguió un trabajo como camarera y que la relación de pareja era «formidable», pero que cuando les informaron de que la documentación de la menor iba a demorarse un año debido a la traducción de un documento, las cosas comenzaron a cambiar radicalmente, en sus palabras.
Un relato opuesto
La víctima, que ha declarado a puerta cerrada, ha explicado, según han recogido las partes, que los malos tratos comenzaron en Sudáfrica, país en el que ella ya solicitó una orden de alejamiento, y que continuaron en España con mayor frecuencia e intensidad y vinculados al consumo de drogas de él.
Sin embargo, él ha asegurado que la relación fue buena hasta que en julio de 2020 la denunciante le comunicó que la relación se había terminado: «Me reunió en casa y me dice que se le había ido el amor, que ya no me quería. Me quedé helado».
Él ha expresado que se sintió «utilizado» y que al comunicarle que con el fin de la relación también disolvería el estatus de pareja de hecho y la daría de baja en el padrón, ella le dijo que lo denunciaría por malos tratos.
El acusado, que sólo ha respondido a su abogada, ha negado que la maltratara, que obligara a su pareja a mantener relaciones sexuales en contra de su voluntad, llegando a amenazarla con un cuchillo en una ocasión, que la controlara o que la encerrara con llave en casa y, para probarlo, la entregado un vídeo de la Navidad de 2020 en el que aparece él regalándole una guitarra a ella, que coge su regalo emocionada.
Unos vídeos que para el fiscal, Félix Martín, no tienen ningún valor probatorio, pues «hasta el más perverso maltratador tendrá momentos de comportarse como un ciudadano ejemplar».
La presunta agresión sexual
Sobre un episodio violento acaecido en verano de 2020, él ha dicho que, siguiendo una tradición sudafricana que consiste en «beber hasta perder la conciencia», se pusieron a beber, que él se fue a dormir y cuando se despertó su pareja ya no estaba en el domicilio.
Pasado un rato ha explicado que recibió una llamada de su hermano preguntándole si había agredido sexualmente a la denunciante, a lo que él respondió que no, que estaba «tranquilo» y que podía acercarla a una comisaría o a un hospital.
Sin embargo, la mujer explicó, según el escrito de la fiscalía, que fue ella quien se fue a dormir tras ingerir bebidas alcohólicas y que él la despertó de forma brusca arrebatándole la manta, la cogió fuertemente por un brazo y la llevó hasta el salón, donde la tiró al suelo y, sujetando un cuchillo de grandes dimensiones, la amenazó hasta conseguir tener sexo con ella diciendo: «Como grites te mato, de verdad que hoy te mato, hoy por mis muertos no duermes».
Después, ella escapó por una ventana, porque él había cerrado la puerta con llave y fue al llegar a la estación de tren de Mataró desde donde llamó a los familiares de él para que la ayudaran.
Este relato encaja con el testimonio prestado por el hermano del acusado y su cuñada, que en la vista oral han coincidido en que fueron a recogerla a la estación de tren de Mataró y que estaba bajo los efectos del alcohol, «muy nerviosa y vomitada» y decía que había sido víctima de una agresión sexual, aunque no quiso ir al médico ni denunciar y al día siguiente regresó a casa junto a su pareja.
La huida
Aproximadamente ocho meses después, el 4 de marzo de 2021, finalizada ya la relación, supuestamente se produjo otro episodio violento: la víctima y el procesado quedaron en Granollers para que ella recogiese sus pertenencias en una segunda residencia ubicada en Sant Pol de Mar (Barcelona), pero en el trayecto en coche, según el relato de la denunciante, él la golpeó en la cara y en la cabeza por lo que huyó hasta la comisaría de la Policía Local y pidió auxilio.
El agente que la atendió, que ha declarado en calidad de testigo, ha relatado que ella llegó entre «lloros, muy acelerada, muy asustada», mientras que el médico forense que emitió un informe de lesiones ha corroborado que tenía una contusión craneal compatible con la agresión descrita.
El consumo de drogas
La Fiscalía sostiene que el consumo de drogas por parte del acusado es «el núcleo esencial de su comportamiento» violento, que comenzó en Sudáfrica y se fue consolidando en el tiempo, acrecentándose en España con insultos y vejaciones cada vez más frecuentes hacia la víctima hasta crear una atmósfera irrespirable.
Además, descarta que exista un móvil espurio, como argumenta la defensa para pedir la absolución del procesado, señalando que la víctima ya manifestó meses antes a la familia de él que había sufrido una agresión sexual y que entonces no presentó una denuncia.
El fiscal sostiene que tanto el hermano del procesado como la cuñada, aunque «no han querido cargar tintas contra el acusado» por motivos obvios, han reconocido en el juicio que le ofrecieron ir a la policía y al hospital por lo que, en sus palabras, alguna credibilidad le dieron, en cuanto que no apreciaron que fuese una elucubración de la víctima.
Por todo ello, ha pedido que se le condene a 20 años de cárcel: 15 por el delito de agresión sexual, uno por coacciones, 3 por violencia habitual en el ámbito familiar y uno por maltrato y que la indemnice con 160 euros.
En la misma línea, la acusación particular ha subrayado que los marcadores de riesgo de los Mossos d'Esquadra, tras tomarle declaración en fase de instrucción, apreciaron una situación objetiva de riesgo por lo que se le dio una orden de alejamiento que se ha mantenido a lo largo de estos años y hasta la presente fecha del juicio.
Por su parte, la defensa ha acusado a la víctima de tener un interés y de querer mantener su estatus de pareja de hecho con el procesado.
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