El vecindario de la localidad valenciana de Catarroja se ha volcado en las tareas de limpieza y recuperación tras quedar en «shock» por el desbordamiento del barranco, algo que los vecinos no eran «conscientes» de que pudiera ocurrir y que provocó la inundación del municipio. «Cada escena que ves es peor que la anterior», expresa Laura, vecina de la localidad que pudo acceder a su domicilio cuando el agua estaba llegando a su calle.
El martes 29 de octubre, día que la DANA asoló la provincia de Valencia, las inundaciones sorprendieron a los vecinos de Catarroja. Laura explica en declaraciones a Europa Press que había salido a comprar sobre las 18.30 horas y regresó a casa cuando Carles, su pareja, le llamó para avisarle de que se había desbordado el barranco. Este, a su vez, estaba regresando de trabajar poco antes de las 19.00 horas, cuando su padre le alertó de las posibles inundaciones.
«Cuando subí, vi desde el balcón que estaba llegando el agua a mi calle y a partir de ahí empezó a subir todo el agua», relata Laura, al tiempo que añade que «nadie era consciente de que el barranco se podía desbordar, nadie lo sabía».
Carles tampoco era «consciente de todo lo que podía crecer el desbordamiento del barranco, porque está a la otra punta de Catarroja». «Pensaba que lo que iba a llegar aquí era la masa de agua que veía, que era como de tres palmos y tampoco iba a mucha velocidad».
«Empezamos a ver cómo se inundaban las calles alrededor. La gente seguía pasando con los coches y había muchísima gente por la calle; no se sabía nada. En la Rambleta había un coche de la Policía con las sirenas puestas, pero por megafonía tampoco ellos decían nada. Empezó a subir más el agua, llegaba a muchísima velocidad y empezaba a arrastrar coches», relata Carles.
Durante esa noche, en la que estuvieron incomunicados, sin cobertura, ni luz, ni suministro de agua, vieron cómo se inundó la localidad, con «casi dos metros de agua por las calles y los coches chocando». «En ese momento tampoco era consciente de las consecuencias que iba a tener. Creo que mi cabeza no se podía imaginar o estaba bloqueando lo que realmente luego iba a ser. Al día siguiente, cuando salí a la calle y vi cómo estaba todo, fue un sentimiento totalmente abrumador, de desolación», lamenta.
Por su parte, Amparo, también vecina de la localidad, pudo ver cómo el nivel del agua comenzaba a aumentar y le dio tiempo a salir junto a su hija de 5 años. «Aparqué el coche y el agua me llegaba por la cintura», narra, antes de correr para refugiarse en la calle Paiporta, donde unos vecinos las acogieron y les dieron ropa, cena y sitio para dormir.
«Pudimos ver en el horror en que se había convertido Catarroja desde el minuto 0. Es horroroso», expresa. Al volver a su domicilio, vivieron otro «momento de angustia», ya que al estar incomunicados no podían informar a la familia de que se encontraban bien. «Mi marido estaba de viaje y fue horroroso, porque tenía (aquí) lo que más quería y pensaba que se iba a morir», expresa.
Amparo, que vive en un piso, encontró que el agua no había afectado a su vivienda, mientras que lamenta que «hay gente que lo ha perdido todo». «Yo he perdido mi coche, pero es lo de menos», explica.
Es el caso de Juan, cuyo negocio ha sido uno de los afectados por la inundación. «La carnicería la hemos perdido. Reiniciaremos la vida como podamos, pero no lo sabemos. Es una indecisión, que no sabemos nada», lamenta, al tiempo que relata que si hubieran tardado diez minutos más en llegar a casa se quedaban «por la calle».
Voluntarios
El miércoles, con Catarroja inundado, Carles explica que por la calle «solo se veía gente viendo los destrozos», en pleno «shock». Los vecinos y voluntarios de otras localidades se han volcado en la recuperación del municipio, con las tareas de limpieza y desescombro. «Realmente toda la faena la están haciendo los voluntarios, muchísima gente con escobas y con mochilas que venían de otros sitios», sostiene.
Amparo también pone en valor la solidaridad de las personas de otros municipios que se están volcando en ayudar. «Han venido amigos míos desde Mislata andando dos horas. Es brutal que tenga que pasar esto para ver que hay gente muy buena», enfatiza.
Juan también se ha mostrado «muy contento» de las personas voluntarias que acuden a ayudar. «Sin toda la gente no hubiéramos podido hacer lo que estamos haciendo», zanja.
Entre los voluntarios que han acudido este viernes a Catarroja para ayudar está María, quien ha ido caminando con sus amigos desde el barrio del Cabanyal de València y han llevado alimentos, conservas, agua, comida para animales, rastrillos y escobas.
«Hemos pasado por Massanassa, por Benetússer y todos los pueblos y yo no había visto nada igual en mi vida. No están accediendo las cámaras al epicentro del daño, es una locura», recalca, al tiempo que agrega que irán a ayudar donde les necesiten.
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