Miquel Barceló ha vuelto a la Isla con una muestra individual, la
primera desde 1982, en la que el artista felanitxer expone única y
exclusivamente terracotas.
Con el título «Miquel Barceló: cerámicas 1995-1998», el Museu
d'Art Espanyol Contemporani de la Fundación Juan March acoge desde
hoy una colección de 51 piezas realizadas en arcilla, barro y gres
que podrá visitarse hasta febrero del 2000 y que posteriormente
viajará al Museu de Ceràmica de Barcelona.
Barceló, que definió ayer esta exposición como «un dietario en
barro», explicó que se inició en la cerámica cuando no tenía
demasiado tiempo para pintar y se refirió a la técnica, aprendida
del ceramista de Artà Jeroni Murtó, como «muy primaria, casi
neolítica».
Las obras de Barceló, fruto de los últimos tres o cuatro años de
trabajo, son un espejo de su vida cotidiana. «Ahora ya casi ni me
acuerdo de cuál fue el motivo de inspiración, porque esto es algo
que se olvida. Al final lo que queda es el resultado, pero casi
todo lo que hago tiene mucho de autobiográfico y refleja lo que
hago durante el día: pescar, comer o follar, y lo que veo: a mi
mujer embarazada, asnos, cerdos, cabras... cosas bastante
comunes».
Barceló, que mostró su deseo de realizar una gran exposición
pictórica en un espacio como la Seu o la Almudaina, se declaró
partidario del «museo invisible»: «Algunas veces el envoltorio
adquiere más importancia que el contenido. No es una crítica, sino
la constatación de un hecho: la gran tiranía que han ejercido los
arquitectos en los últimos 20 años», y defendió la construcción en
la Isla de un Museo de Arte Contemporáneo.
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