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MATIES SALOM Un aplauso rotundo puso fin a la ceremonia de incineración del actor Xesc Forteza, que tuvo lugar en la tarde de ayer en Bon Sosec. Corta. Apenas un cuarto de hora para despedir a Xesc Forteza. Sobre el féretro, los diez volúmenes de las obras completas en las que estuvo trabajando hasta el último momento. Aunque todavía no está confirmado, las cenizas podrían lanzarse al mar, junto a s'Estaca, donde tenía una casa frente al mar. Después del oficio religioso "que duró apenas unos minutos", el escritor Juan Fuster Lareu, amigo de Xesc, leyó emocionado unas palabras. Luchó en cada sílaba.

«Es triste tener que decirte adiós. Es triste pensar que nos has dejado. Es triste no poder reír más contigo. No ir, como cada invierno, a ver el estreno de otra obra tuya», dijo Fuster Lareu. Y la tristeza le cortaba las palabras. Cuando algunos ya habían dejado la pequeña capilla de Bon Sosec, el aplauso. Rompió el silencio. Un aplauso rítmico, al que Joan Fageda, presente en la ceremonia, se unió.

Fuera, otra vez abrazos, gafas de sol, emoción contenida y lágrimas. Fue la despedida al amigo Xesc, al familiar, a un actor y director teatral que ha marcado a generaciones de espectadores. Todos se encontrarían horas más tarde en el funeral de la Seu. A Xesc Forteza lo incineran con aquellos diez tomos que acompañaron el oficio, los mismos que terminó de corregir el viernes pasado. Se los lleva. Como en los antiguos rituales, le despiden con parte de sus bienes más preciados. Y con un aplauso.