«Ser-estar» es el título de la nueva exposición del pintor Ñaco
Fabré, que presenta mañana en la galería Altair de Palma. La
muestra está formada por un total de 13 obras recientes que, tal y
como explica su autor, «están ligadas con mi pintura anterior
porque es un intento de profundizar más en todos aquellos temas que
me han preocupado desde el principio, que es buscar el aspecto más
humano del arte, acercarme a la humanidad».
A la hora de definir su pintura, Ñaco Fabré, parco en palabras,
explicó que sus cuadros tienen una duplicidad clara. «En el mismo
plano hay una parte más gestual combinada con otra más geométrica y
lineal. Esto es un claro reflejo de la duplicidad del hombre, que
siempre tiene al mismo tiempo una parte más salvaje y otra más
espiritual».
Fabré sigue buscando en su pintura una voz personal y propia.
Sus cuadros son «una reflexión vital sobre el quehacer diario», tal
y como afirma. Pese a esto, no reniega de influencias, como es el
caso de Joan Miró, «un artista que dejó muchas puertas abiertas
para seguir investigando».
Pero no acaban aquí sus influencias. La caligrafía que aparece
en muchos de sus cuadros es fruto «del efecto que tiene sobre el
arte la literatura. La palabra queda inmersa en la pintura».
También declara tener influencia de la música.
Ñaco Fabré es un pintor que no da prioridad al color. «Se puede
decir todo con un papel y un lápiz», asegura. Y añade: «La elección
tonal es muy personal. Es difícil salir de los colores que siempre
usas».
Este pintor considera que «la abstracción continúa siendo un
territorio tan virgen como al principio. El gesto personal del
artista es irrepetible, lo que provoca que cada día aparezca el
milagro».
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