Juan Recio rompe esquemas. Actor y autor de sus propios textos y
cuentos "aunque su repertorio incluye un variadísimo poemario que
va de Benedetti a Leon Felipe, de Raymond Devoss a Cortázar,
pasando por Millás o Sánchez Ferlosio", Recio no es un hombre de
teatro convencional.
Tampoco lo son sus foros de actuación. Sentado en un taburete
que apenas utiliza y con la única escenografía de un atril
atiborrado de partituras-cuentos "«si en un momento determinado, se
me olvida una palabra, un párrafo, siempre puedo recurrir al atril,
aunque, la mayoría de veces, ése es un truco para engañar al
espectador, ganar tiempo y poder improvisar. De todas maneras no me
considero demasiado tramposo utilizándolo»", este cuentacuentos de
cafetines, bares musicales, patios de prisión, aulas escolares,
salas de hospital o bibliotecas, sabe que va a contracorriente del
actual panorama teatral mallorquín. «Mi primer hándicap "afirma"
radica en el hecho de que me dedique a representar textos en
castellano. Sé que tendría muchas más oportunidades y contratos si
lo hiciera en catalán. No sé, a lo mejor es que no soy muy
ambicioso en mi carrera teatral. No me vuelve loco ser un actor
famoso y por eso no soy nada buen relaciones públicas de mí
mismo».
Se tenga o no hambre de bises, «por supuesto que el aplauso
gratifica. Cuando notas que el público está contigo, te pide más y
te lo recompensa con su aplauso. No veas cómo eso alimenta tu ego».
No sólo de ovaciones vive el hombre, y mucho menos uno tan atareado
en la búsqueda de representaciones y contratos para llegar a final
de mes. Y en su modus vivendi reside otra de las pecualiaridades
personales y profesionales de este palentino, nacido en 1958 y
llegado a la Isla hace quince años para introducir a los
estudiantes mallorquines en las aplicaciones del teorema de
Pitágoras.
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