Así de animado imaginó el genio de Cadaqués el proyecto de estudio.

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El genio Salvador Dalí conoció al arquitecto mallorquín Gabriel Alomar (1910-1997) a finales de los años cuarenta en un trasatlántico con destino a Nueva York. Era el segundo viaje que el urbanista balear realizaba a Estados Unidos, en un periodo de ebullición artística personal. Enseguida surgió la química entre el genio surrealista y el arquitecto. A partir de este encuentro se entabló una relación de amistad que se tradujo en un proyecto artístico común: el «divino icosaedro», una especie de templete ubicado en Cadaqués, ideado para ser un estudio al aire libre frente al mar. Sobre un diseño común, Alomar dibujó unas perspectivas del futuro estudio, una iniciativa que nunca llegó a realizarse.

Por su parte, el pintor ampurdanés imaginó, en una serie de ilustraciones (reproducidas en esta página), el nuevo emplazamiento con una gran dosis de imaginación. Pedro Pablo Vaquer, responsable del área de arte del Col·legi d' Arquitectes de Balears, cree que «es un proyecto muy curioso y bello, relativamente sencillo, pensado como un espacio para disfrutar del aire libre. No se sabe, por otra parte, por qué no se llegó a realizar. De todas maneras queda constancia de la idea y su forma en unas ilustraciones reproducidas en el libro 'Memorias de un urbanista' (1986) y de los que se ofrece un apunte en la exposición dedicada al arquitecto en la Banca March».

Durante este mes de junio y previsiblemente hasta el día 21 de julio, la Banca March, el Govern balear (mediante la Direcció General de Arquitectura i Habitatge) y el Col·legi Oficial d'Arquitectes de Balears muestran en la sala de exposiciones y el hall de la entidad bancaria una retrospectiva sobre la «Reforma de Palma» que proyectó el urbanista mallorquín. En la exposición el público podrá conocer también la formación profesional del arquitecto, así como algunos trazos inherentes a su vida personal (formación, familias, cartas y amigos).