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JAIME LÓPEZ ¿Un clásico? Auténtico. Suzanne Vega, Paul Simon, Brian Eno y David Bowie han cantado temas suyos. Ha compuesto más de cien óperas interpretadas en los principales templos líricos del mundo. Martin Scorsese lo requirió para que compusiera la banda sonora de «Kundun» (1995). Otro tanto hizo Peter Weir reutilizando para «El show de Truman» (1998) la música que orquestaba las imágenes de «Koyanaqatsi». Y es que el personaje que nos descubrió que Jim Carrey no sólo era un taquillero payaso gesticulante, no dejaba de reiterar su devoción por la música cinematográfica del autor de «Einstein on the Beach».

Philip Glass, uno de los genios de la composición musical contemporánea, ofreció ayer por la noche un antológico recorrido musical por treinta y tres años de su carrera en un concierto recopilatorio de seis de sus más representativas composiciones que deleitó al escogido público, 300 espectadores que llenaron el aforo del centro cultural Costa Nord de Valldemossa.

Admirador de la música oriental, que ha venido marcando el tono de sus composiciones desde que emprendiera en 1966 un viaje iniciático a la India y conociera allí al gran Ravi Shankar, Glass da por sentada la estrecha conexión entre la música hindú y la flamenca. «Hay muchos aspectos en mi música influenciados por el flamenco y los cantes gitanos. A mediados de los 60 estuve en Murcia y quedé entusiasmado por el cante jondo. Desde Murcia emprendí un viaje en barco hacia Estambul y desde allí hasta Nueva Delhi. La experiencia de ir escuchando a través la música de cada país mediterráneo que bordeábamos en la travesía fue algo imborrable» explicó.