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ÓSCAR DELGADO El Parc Municipal de Felanitx acogió dentro de su programa de fiestas el concierto de Joaquín Sabina la noche del miércoles al jueves. El cantautor ofreció un amplio repertorio musical que repasó gran parte de su extensa producción discográfica. La actuación se prolongó por espacio de algo más de dos horas y, a su conclusión, el presidente del Govern balear, Francesc Antich, acudió a los camerinos del recinto para saludar a Sabina.

Los acordes del «Lily Marleen» de Marlene Dietrich, con los que se anunciaba el inicio del concierto, hicieron presagiar desde un principio que Joaquín Sabina iba a recorrer unos ambientes cercanos a lo paradójico. El trayecto se inició a ritmo de tren. Con una escenografía propia de un circo ambulante, la actuación se presentó con el sonido de una vieja locomotora que se disponía a iniciar un viaje sin un destino fijo. La confusión acrecentó la impaciencia de los asistentes cuando escucharon la voz del cantautor sin poder verle. Hasta que accedió al escenario con una canción que se acomodaba al contexto ferroviario: «Yo me bajo en Atocha».

Y desde ese momento hasta el final, la música cedió en muchas ocasiones protagonismo a la representación teatral. Pelucas de la época victoriana, trajes costumbristas, sombreros... se convirtieron en el vestuario que lucieron tanto Sabina como sus acompañantes. Entre éstos se encontraba un componente de la Orquesta Mondragón, Tony Carmona. Conforme avanzaba la noche, el cantautor fue despojándose de sus estrambóticos ropajes, hasta quedarse con una camisa roja que enseñó tras la proyección de unas imágenes que rememoraban las fechas en las que Franco iniciaba su dictadura. Y es que la simbología de sus gestos fue la tónica seguida durante toda la actuación, que acogió los ritmos de temas tan famosos como «Barbie Superestar», «Pacto entre caballeros» o «Nos dieron las diez», canción con la que Joaquín Sabina dio por terminado su concierto en Felanitx.