El próximo 12 de septiembre, Diada de Mallorca, reciben las
medallas de honor del Consell Insular de Mallorca, Guillem Timoner,
campeón del mundo de ciclismo en pista; Pere A. Serra, presidente
del Grupo Serra; Bartomeu Mulet, historiador; y, a título póstumo,
Josep Melià, abogado y escritor. Mosén Mulet, natural de Sineu,
cumplirá 84 años un día después de la entrega de las medallas. Toda
su vida ha estado dedicada a investigar y dar a conocer la cultura
popular de Mallorca, a pesar de que, como señala con humor, con
este trabajo no ha ganado ni una peça de dos. «Si no hay alguien
que escriba sobre la cultura popular de los pueblos, ésta no se
puede conservar», indica Mulet, autor de una extensa bibliografía.
"¿Qué sintió cuando supo que el CIM le había concedido la
medalla de honor?
"Me sentí satisfecho por el reconocimiento de una labor de estudio
y trabajo de más de cincuenta años. Nunca pensé que conseguiría
este honor. Por otra parte, siempre he procurado ayudar o colaborar
allí donde se me ha pedido.
"¿Su labor siempre ha girado en torno a la cultura de
Mallorca?
"Sí. En especial me he dedicado al estudio de la casa mallorquina,
y de todo lo relacionado con ella, desde el siglo XIII en
adelante.
"¿Cuáles han sido sus fuentes?
"Los archivos. He trabajado utilizando siempre documentación
histórica. El Archivo de Sineu lo compuse todo yo, y en esta labor
invertí diez años.
"¿En qué trabaja ahora?
"Ahora mismo, en la «Historia de Sineu», de la que ya tengo tres
tomos publicados.
"¿Cuándo decidió ser historiador?
"Ya con 17 años acompañaba al secretario del obispo, decano de la
Seu y canónigo, Joan Rotger. Él era de Sineu, a donde venía con
frecuencia, y por las tardes íbamos a pasear. En esos paseos yo
siempre llevaba un trozo de papel y un trozo de lápiz para tomar
notas de todo lo que llamaba mi atención.
"¿Qué condiciones ha de reunir un historiador?
"Ha de tener mucha paciencia y perseverancia.
"¿Puede contarnos algún hecho curioso que le haya llamado la
atención?
"En Barcelona todas las parroquias tenían un pozo con agua. Para
bautizar a las criaturas se utilizaba una escudilla de cerámica.
Una vez bautizados los pequeños, se rompía la escudilla y se tiraba
dentro del pozo. En Mallorca esto sólo ha ocurrido en Sineu. Llegué
a recomponer ochocientas escudillas.
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