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Se podría decir que empezó tarde a escribir, "el año pasado publicó su primera novela, «La casa de la memoria» (Seix Barral), y que aún es muy joven para recopilar sus memorias en un libro, «Mujer desconocida», que en castellano aparece en la misma editorial. Pero Lucía Graves (Devon, 1943), que ayer promocionó en Palma este último volumen, tiene respuesta para ambas preguntas. Su incursión en la narrativa sucedió «cuando estuve preparada». Y afrontó el encargo de sus editores ingleses para narrar su vida en España porque había llegado la hora de «mirar atrás».

Lucía Graves, inglesa de nacimiento, creció entre tres lenguas, "inglés, catalán y castellano," que marcaron su vida y enriquecieron su personalidad. Por ello, y porque su padre fue el escritor Robert Graves, da un enorme valor a la palabra: «Las palabras somos nosotros», dice. Niña entre Deià y Palma; adolescente en Ginebra, donde estudió en un colegio internacional, y vuelta a Mallorca para pasar el verano; esposa del músico Ramon Farran y madre de tres hijas, sus ciudades de esa época fueron Madrid y Barcelona. Trabajó como traductora literaria; estudió Filología Hispánica en Oxford y, ahora, reside en Londres.

Todo este caudal, junto con su certera visión de una España que ha quedado atrás y que los más jóvenes no han conocido, es «Mujer desconocida». «Creo que era un buen momento para mirar atrás, para pasar a otra fase, mis hijas ya han crecido y hace un tiempo que dejé mi vida en España. Yo soy muy tímida y reservada para hablar de mí y este libro fue un encargo de mis editores ingleses. Me pidieron que escribiera sobre mis vivencias en España. Es una exploración de esas personas que soy. No sé si he llegado a una conclusión pero ahora entiendo mejor esas partes que me componen. Todos somos múltiples personas, todos tenemos un padre y una madre, nadie tiene una sola raíz», explicó. «Fue una larga sesión de psicoanálisis que me ha liberado».