Tosar apunta que la función de Bibiloni «no ha sido sólo poner
la música al espectáculo, sino ponerla de una manera muy
complementaria, involucrándose en la dramaturgia de la obra». De
hecho, el músico interviene en dos de los relatos, además de
«dislocar la historia» con su guitarra. Bibiloni, por su parte,
añade que ha intentado componer «algo con mucho color» a partir «de
los estímulos de la síntesis del texto». Sin embargo, el
guitarrista reconoce sus dificultades a la hora de ponerse en la
piel de la música portuguesa, ya que las historias transcurren en
el país luso.
Tosar ofrece unas pinceladas de cada uno de los relatos, los
cuales se encuentran recogidos entre los volúmenes «El joc del
revés» (1981) y «Els volàtils del Beat Angèlic» (1985). «El joc del
revés» es la historia de un personaje que, gracias a la casualidad
de la muerte de su amante, revisa la vida de esta persona para
revivirla desde una perspectiva asimétrica; «Irma sirena» cuenta la
historia de dos niños que conocen a una niña que hace de sirena en
un circo; «Missatge des de la penombra» e el más poético y Tabbuchi
intenta definir que significa mirar desde el ojo de la cerradura;
y, finalmente, «Molts records» ofrecece el retrato de un personaje
de edad que se va de su casa, dispuesto a emprender el viaje que
siempre ha querido hacer.
Masó advierte que no ha establecido ningún vínculo dramático
entre los diferentes capítulos de la obra, ya que «se explican
ellos mismos». El director también remarca el hecho de que el
cambio de punto vista se puede ver en «Revés» desde tres momentos
vitales diferentes.
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