«Las cosas no son definitivas, Mallorca todavía está a tiempo de
enmendarse, lo construido no es eterno». Son palabras de el
arquitecto Rafael Moneo, que ayer dio una conferencia en homenaje a
su maestro Francisco J. Sáenz de Oiza, en el Club Pollença. Moneo
no escatimó alabanzas a un maestro al que todavía ve como «un joven
profesor que me enseñó un modo diferente de entender la
arquitectura, del que aprendí a hacer de la propuesta intelectual
un fundamento del trabajo».
De Sáenz de Oiza destacó «su afán de plenitud que le llevó a
exagerar la autocrítica en su propio trabajo», un trabajo que nos
dejó edificios destacados como el de las Torres Blancas o el
edificio de la M-30 de Madrid y del que todavía pueden derivarse
proyectos futuros. Moneo cree todavía en que aportaciones como la
que Oiza ideó para la plaça de Sant Francesc de Palma, y que
quedaron en el tintero, pueden convertirse en realidad. «Sería
fácil hacer la plaza de San Francisco sin temor a la tristeza de
que su autor ya ha desaparecido», dijo.
Moneo opina, no obstante, que «las intervenciones ejemplares no
pueden salvar a Mallorca, salvan otras cosas». En su opinión el
urbanismo de la Isla debe revisarse desde un concepto mucho más
«global». El arquitecto recuerda también que «los arquitectos hemos
sido cómplices pero no responsables de todas las desgracias». Moneo
aportará su granito de arena a la arquitectura local con la reforma
de las casas de Son Forteza, trabajo que describe como «poca cosa
aunque intensa».
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
De momento no hay comentarios.