«Con lo que ha pasado hoy, cualquiera se pone de buena onda, pero
tampoco se trata de realizar una misa. Estoy consternado, no tengo
palabras», aseguraba el cantante y compositor hispanogalo sobre los
gravísimos atentados ocurridos en Estados Unidos. Chao declaró
sentirse superado por los acontecimientos. «No puedo, por ahora,
evaluar lo que ha pasado, tengo que digerirlo poco a poco», declaró
en un tono pesimista. «Frente a un futuro tan negro, no veo otra
gasolina posible para tirar hacia adelante que la esperanza. La
resignación es un suicidio permanente, no es la mejor vía». Con
estas palabras también aludía a su nuevo disco, «Próxima estación,
Esperanza», del que tocó varios temas ayer noche en la fiesta del
medio ambiente organizada por el GOB.
El músico, al que se ha querido ver como uno de los abanderados
del movimiento «antiglobalización», precisó que «estuve en Génova
pero no quiero que se me vea como líder de este movimiento, ya que
su fuerza real reside en la inexistencia de cabezas visibles. Y si
salen, lo que es normal, es preciso que vayan rodando, cambiando.
Rechazo el cargo de ser el símbolo de la antiglobalización, entre
otras cosas porque estoy en una multinacional». Chao también vino a
hablar de música. «Grabar mi último disco fue un inmenso placer. No
estoy como para meterme en un estudio y sufrir. En el mundo hay
problemas más graves, y si mis canciones gustan a la gente, pues de
puta madre. Es importante que, ante todo, me gusten a mi, estar
convencido de lo que hago».
El artista explicó que «los canales de distribución son muy
estrechos, siempre escuchamos las mismas canciones, y se evitan a
montones de grupos que hacen muy buena música». Sobre su reticencia
a tocar en directo su megaéxito «Me gustas tu», Manu Chao
puntualizó que «un disco es un disco y un espectáculo es un
espectáculo. Esta canción no nos sirve para el tipo de concierto
que queremos ofrecer. Con Mano Negra no tocábamos 'Mala vida' y
ahora sí. Vamos a recuperar temas de la banda».
Sobre su participación en una fiesta de carácter ecológico, el
cantante dijo que «ya conocía Mallorca de cuando tenía unos 17
años. Me parece que, a nivel de medio ambiente, está bastante
tocada». Pero uno de los temas sobre los que vertió mayor
indignación fue el de los «clandestinos» y la precaria situación de
los inmigrantes: «Actualmente occidente predica un discurso de dos
velocidades. Por una parte, países como España, Italia o EE UU
dicen que no quieren gente de fuera para trabajar. Pero luego vemos
que en Almería la mitad de los jornaleros que lo hacen en el campo
son clandestinos. La economía lo pide. Lo que pasa es que estos
países quieren gente sin papeles para utilizarlos, gente que no se
pueda sindicar, que no se pueda quejar, que se pueda explotar».
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