Ha sido un buen año para el pintor Guillem Nadal. Especialmente
este otoño. A finales de mes inaugurará el nuevo espacio expositivo
de la Misericòrdia, la remodelada capilla. El próximo día 25
inaugura en la galería Scheffel (Francfurt); desde septiembre
mantiene abierta otra muestra en la galería Academia (Salzburgo)
pero, sobre todo, se siente feliz porque el Museo Würth (Alemania)
le ha comprado varias piezas para su colección.
Que un museo «vivo», con una colección de prestigio haya contado
con su obra significa «una reivindicación de tu trabajo», dice, y
de todo lo que le sucede estos días es el que más le satisface,
asegura. «Es sentir que vas por un camino que se reconoce», apunta.
En Alemania exhibe telas e instalaciones; obras de 1998 a 2001;
simbología: la cruz, barcas y canoas primitivas; el viaje hacia el
interior y los mapas imaginados. Muchas de ellas piezas «híbridas»,
porque el cuadro no le resulta «suficiente». Su paleta es
monocroma: «Todo lo que puedes decir en blanco y negro no necesita
color, no busco el impacto del color, sino de la forma».
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