Siempre ha sido un centro con muy poca suerte y escaso presupuesto,
mucho más olvidado que su hermano mayor, el Museu de Mallorca, de
quien depende. Sus colecciones son la memoria de la historia local
a través de una variedad de objetos que, sobre todo, proceden de
depósitos. Desde hace dos meses, algunas partidas han permitido
remodelar las salas del Museu Etnològic de Muro en un trabajo que
está a punto de finalizar. Guillem Rosselló Bordoy, su director,
espera que el espacio y su nueva cara estén listos para una pronta
inauguración. Su idea es que sea antes de Navidad.
Lo que en realidad debería llamarse Secció Etnològica del Museu
de Mallorca fue la primera realización museográfica de Guillem
Rosselló Bordoy que, a punto de que llegue su jubilación, en marzo
de 2002, dice que quiere dejarlo en «perfecto estado de revista».
Para ello se ha embarcado en una «remodelación» completa de las
vitrinas de cerámica, reordenación de las salas, limpieza general,
restaurado de piezas y sustituido de cortinajes. «Presentará otra
cara», explica.
Las vitrinas, que tenían un forro de tela plástica, habían
acumulado bichos, cometa el director. «Éste se ha sustituido por un
forro de madera, neutro, en el que las piezas destacan y que han
costado un dineral». Para este museo, «que nunca tuvo un
presupuesto independiente», cualquier gasto supone un esfuerzo.
Hace poco se arregló la cubierta. Esta labor de adecentamiento y
puesta al día ha sido posible porque el museo ha contado con unas
«asistencias técnicas» que han permitido una labor de inventario y
fichaje.
Además de las salas de cerámica, que se están finalizando, ya
están en condiciones de apertura la de indumentaria, con tejidos y
vestimentas; la habitación infantil, con un conjunto de juguetes y
muebles; y la de los siurells. También habrá nacimientos populares.
En el museo, una casona en Muro, con un jardín en el que los
cipreses también sufrieron la acción del temporal, se reproducen
distintos ambientes de la vivienda familiar mallorquina.
Rosselló Bordoy recuerda que tras una campaña que pretendía
sensibilizar a la población sobre la donación de objetos, «se
respondió muy bien; ahora no sería posible conseguir nada porque en
Mallorca todo está vendido». El director también quiere dejar
listas antes de su marcha las salas de protohistoria del Museu de
Mallorca, donde se trabaja intensamente en los montajes y
recreaciones. Ya se han empezado a levantar las estructuras de lo
que recogerá arqueología funeraria, «con especial atención al mundo
rural», y de una casa rural con materiales que proceden de barcos
hundidos. Irán del IV antes de Cristo al VII d.C.
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