Viernes 15 de marzo, 15.00 horas. Edificio de la Misericòrdia, sede
de Patrimonio Cultural del CIM, momento del cierre de las oficinas.
La acción, según explicó ayer la consellera Maria Antònia Vadell,
trascurrió así: «Se presentó un señor italiano y entregó seis cajas
de parte de Rupert Spillmann». En el interior había 1.001 monedas
romanas, bizantinas, árabes, medievales y material arqueológico
procedente de Santueri, según las etiquetas escritas a mano y
pegadas en el exterior de las mismas. Vadell presentó ayer estas
piezas «para que se vea que no se esconde nada». Aunque es la
segunda vez que Vadell y Joana Maria Palou, directora insular de
Cultura, enseñan los objetos hallados en Santueri, las escasas
explicaciones ofrecidas consiguen que se multipliquen los
interrogantes.
El nombre del mensajero italiano es Alexandre Scarpati,
visiblemente nervioso el día de autos: «Sólo soy un actore», decía.
Spillmann es el médico suizo, aficionado a la arqueología, a quien
se atribuye un supuesto expolio del patrimonio en Santueri y quien,
durante 1998 y 1999, participó, junto a técnicos del CIM, en unas
prospecciones con detector de metales, autorizadas por el Consell
después de que este suizo entregará a sus responsables dos monedas
de oro bizantinas y otros restos. El pasado viernes, por lo
intempestivo de la hora, en La Misericordia se reunió a un grupo de
funcionarios para que «certificaran» el acta de recepción y se hizo
un inventario «no científico» del material. Ayer se convocó a la
Junta de Portavoces para explicar los hechos.
Parece el guión de una película de serie B en la que se mezclan
el misterio, el supuesto delito de expolio, la actuación
administrativa «irregular» y el protagonista arrepentido, comentó
ayer Antoni Llamas, del PP. Las próximas escenas, explicó Vadell,
corresponden a la Comisión de Patrimonio «que es la que tiene
competencias para investigar». Días pasados, éste órgano inició una
«aclaración» de los hechos referentes a Santueri y Vadell, tras ser
interrogada por el PP en el último Pleno del CIM, pidió a la
Comisión que se iniciara una investigación. A pesar de tanto celo
por parte de las autoridades semanas después de que la noticia
saltara a la prensa, Spillmann les sorprendió con la citada entrega
de piezas sobre las que se desconoce si las tenía en su casa de
Mallorca o vienen del extranjero, cuándo aparecieron, cómo o si hay
más porque el italiano no fue interrogado. «No es nuestra
competencia», dijo Vadell.
Quien no se sorprendió de que Spillmann tuviera más restos en su
poder fue Tilo Ulbert, director en Madrid del Instituto
Arqueológico Alemán. Ulbert, que excavó en Son Fradinet junto a
expertos de las Universidades de Granada y Barcelona, trabajo que
se publicará en breve, vio el material de Santueri en el CIM, en
diciembre de 2001, «en una reunión oficial invitado para hablar de
una exposición sobre los castillos de la Isla». «Spillmann entregó
dos bolsas de material». Antes, el Jueves Santo de 2001, en una
excursión a Santueri, se topó con Spillmann y su detector de
metales. A Ulbert le pareció «extraño». Al preguntarle qué hacía el
suizo esgrimió un permiso del CIM.
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