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Amigos y discípulos de Guillem Rosselló Bordoy quisieron despedirle con una cena, un acto emotivo y entrañable en el que no faltó una sorpresa: la Universitat de les Illes Balears, de la que el ya ex director del Museu de Mallorca fue profesor en sus inicios, hizo un reconocimiento público de su labor. A los postres, Rosselló Bordoy escuchó palabras de agradecimiento y elogio de quienes le conocen desde hace muchos años, en las que tampoco faltaron las bromas, muy acordes con el personaje. Tomaron el micrófono el profesor de la UIB Miquel Durán; el ex director del Arxiu del Regne Antoni Mut; Biel Ensenyat, en representación de la Arqueològica Lul·liana; el historiador Jaume Sastre Moll; Juan Zozoya, director del Museo de América de Madrid, y Mercedes Gambús.

La vicerrectora de la UIB era portadora de una carta del rector Llorenç Huguet para el homenajeado con la que el actual equipo de gobierno de la universidad quiso limar las asperezas de una relación entre el homenajeado y la institución que, en su día, no tuvo final feliz. Gambús adelantó que en la carta se expresaba el reconocimiento de la UIB hacia Rosselló Bordoy «por su dilatada carrera al frente del Museu de Mallorca, por su faceta de defensor del patrimonio y por su labor docente y de colaboración con la UIB». Gambús se mostró personalmente «ilusionada» por ser la portadora del mensaje y quiso «remarcarlo».

Rosselló Bordoy pronunció unas palabras de agradecimiento a los amigos y en las que no renunció a su vena irónica con palabras dedicadas a los discípulos «buenos y malos», tal vez como colofón a unas semanas, previas a su jubilación, en las que su persona y figura fueron polémicas. El futuro no será aburrido ni inactivo para el ex director, como auguró el profesor Miquel Durán, que ya tiene muchos planes para seguir trabajando en sus investigaciones y escritos. «Mañana comenzaré a vivir mejor», dijo en la despedida, visiblemente emocionado y «feliz» por haber reunido a tantos amigos. Con la picolina de oro en la solapa, mostró su faceta más humana repartiendo besos y abrazos en una noche en la que sólo aparecieron los buenos sentimientos por parte de todos.

Fue el homenaje de sus conocidos, muchos rostros del mundo de la cultura y de la UIB y otros de fuera de la Isla. A la cena tampoco faltaron los responsables de la conselleria de Cultura. Junto al arqueólogo hubo otra protagonista de excepción, su pequeña nieta Coloma, con la que el abuelo posó para la posteridad rodeado de toda su familia. Al final del acto se leyeron adhesiones de colegas científicos que no pudieron desplazarse a Mallorca.