El barón posando junto a su cuadro favorito, el retrato de Giovanna Tuornabuoni.

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AGENCIAS BARCELONA/MADRID
La capilla ardiente se instalará hoy en la ermita de Sant Elm, cercana a la finca «Las Mañanas», en Sant Feliú. El barón será enterrado en el panteón familiar del castillo Schloss Landsberg (Alemania). Nació el 13 de abril de 1921 en Scheveningen (Holanda), fruto del matrimonio entre el financiero Heinrich Thyssen y la baronesa húngara Margarita Bornemisza. Descendiente de una de las familias más importantes de Alemania, poseía una colección privada de más de 1.500 obras de arte, iniciada por su padre, que se exhibe en Madrid, en el Palacio de Villahermosa, y en Barcelona, en Pedralbes.

A la muerte de su progenitor, fue el único de los hijos del financiero que se interesó por el arte, compró las obras que habían heredado sus hermanos para mantener unida la colección y la amplió, explorando períodos artísticos que no habían suscitado el interés paterno como, entre otros, paisajistas americanos del XIX, expresionistas alemanes, impresionistas, fauvistas, cubistas y abstractos hasta llegar al «pop art». Ante el crecimiento de la colección y la imposibilidad de mostrarla completa en su mansión Villa Favorita (Lugano), inició la búsqueda de un lugar en el que establecerla permanentemente para exponerla al público y mantenerla unida.

Después de haber contraido matrimonio en cuatro ocasiones se casó en 1985 con Carmen Cervera. Tras este matrimonio, entró en contacto con el Estado español y manifestó su deseo de que la colección se estableciera en España. Varios ministros socialistas de Cultura, Jorge Semprún, Solé Tura y Javier Solana participaron en las negociaciones. En 1988 se firmó un contrato de préstamo. Se cedían 775 cuadros por un período de nueve años y medio; a cambio, el Gobierno aportaba un edificio para albergar la colección: el Palacio de Villahermosa, en Madrid. Y se constituyó una Fundación para gestionar, mantener y conservar este importante préstamo. En 1993 los barones expresan su deseo de que la colección se quede definitivamente en España. El Gobierno adquiría así una de las colecciones privadas más importantes del mundo. Heinrich Thyssen deja una fortuna valorada en 3.000 millones de euros. Sus hijos y la baronesa han mantenido una pugna de años por la misma, con la colección de fondo y su instalación en España, gracias a Carmen Cervera, que se acaba de resolver con acuerdo por ambas partes.

Los Reyes, en un telegrama de condolencia, subrayaron ayer su valiosa contribución al coleccionismo y el arte en España. La ministra de Cultura, Pilar del Castillo, firmó en el libro de condolencias instalado en el Museo Thyssen de Madrid y reconoció al barón como «uno de los grandes coleccionistas del siglo XX y que ha legado a España una colección extraordinaria». «Creo que está todo atado y bien atado porque el cierre final de las negociaciones fue muy claro», recordó el ex ministro Solé Tura: «En un momento determinado llamé a todos los abogados de la familia, los concentré en Madrid y tuvimos unas largas y duras conversaciones». Reconoció que fue una «tarea muy complicada, por los problemas de la herencia en el momento culminante de la compra; hicimos lo posible para que fuesen problemas internos suyos, que no fuesen más allá». El conseller de Cultura de Cataluña, Jordi Vilajoana, visitó ayer a la baronesa: «la vi muy entera, con ganas de continuar proyectos del barón como un museo en San Feliu».

Por Mallorca
Los barones Carmen y Heinrich Thyssen no se enraizaron en el verano mallorquín a pesar de haber comprado una casa en la Isla, situada en El Terreno (Palma), a donde la baronesa y su hijo Borja se han desplazado en algunas ocasiones sin el barón, como cuando el año pasado asistieron al concierto de Julio Iglesias. Enclavada entre calles estrechas en la falda del castell de Bellver, la casa, hoy pintada de color rosa, sufrió una reforma que duró años. Fue su amistad con los duques de Badajoz, Pilar de Borbón y su fallecido esposo, Luís Gómez-Acebo, que hizo de puente entre el Estado y los barones cuando se negoció el traspaso de la colección de arte, la que les trajo a Mallorca, donde pasaron algunos veranos navegando en el «Hanse» y el velero «Adrix». También salieron al mar, con don Juan, el padre del Rey, que disfrutaba del verano y del mar en el «Giralda». Quienes se encontraron entonces con el barón debido a su trabajo informativo le recuerdan como un hombre «muy simpático».