«Víctor Fox padece una enfermedad psíquica cercana a la fobia
que le dificulta las relaciones sociales», explicó Gayà. El
protagonista decide dejar su trabajo y centrarse en escribir.
Cuando llega el momento de publicar busca alguien que ejerza la
parte pública de cualquier escritor: Víctor Gayà convertido en
personaje de su propia novela. «No se trata de un alter ego es,
sencillamente, el otro». El Gayà real comparte «la obra» con Fox.
«Las novelas que va publicando Fox son las mías». Poco más.
El autor presenta la historia como «un juego». «Jugar con la
ambigüedad para descubrir qué es ficción y qué no». Para acercarse
más a la realidad se incluyen nombres y situaciones reales.
«Aparecen personajes que intervinieron en la creación en la edición
o en la crítica de los libros publicados» que se convierten en «un
decorado». El resultado es una «novela sincera» que no bebe de los
hechos, un drama «con toques de humor» en el que «dos personajes
contrastados» ofrecen sus puntos de vista. «La disparidad de
caracteres y las maneras de entender la vida chocan y llevan al
conflicto a los protagonistas». Un juego de identidades para llegar
a la autocrítica.
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