La buena arquitectura, tan escasa en la Isla, centró ayer la
entrega de los primeros Premis d'Arquitectura de Mallorca para las
obras más significativas construidas entre 1997 y 2001.
Los premios son una iniciativa de la delegación mallorquina del
Colegio de Arquitectos de Balears. De un total de 101 obras
presentadas, 53 pasaron a la final. El jurado consideró que se
debían incorporar dos más, algo previsto en las bases, el Centre
Bit de Inca, de Alberto Campo Baeza, y Costa Nord de Valldemossa,
de Daniel Freixas. Campo Baeza se alzó con el premio al edificio
público y con el de mejor obra construida, un diseño del que
resumió su modernidad afirmando que «era un jardín en medio de la
Isla».
No cree en los edificios inteligente «porque cuando algo se
estropea se van al garete». Àngel Sánchez Cantalejo y Vicente Tomás
Esteva, por un edificio de viviendas en la calle Bartomeu
Rosselló-Pórcel; y Antonio Forteza, por otro en Barón de Pinopar,
obtuvieron, ex aequo, el galardón a los mejores edificios
plurifamiliares. Sánchez Cantalejo destacó del edificio la
«rigurosidad de la planta de las viviendas, la composición de las
fachadas y la falta de ornamentos». Con una casa en Santa
Margalida, que también ha destacado en los Premios FAD, Cantalejo y
Tomás quedaron finalistas en el apartado de viviendas unifamiliares
que se llevó Josep Lluis Mateo. Jessica Fernández Cañaveral ganó el
de usos turísticos por un chiringuito en Portals Nous, y CMV
Arquitectos el de actuación en edificios existentes con la Casa
Llorenç Villalonga. Enric Batllé y Joan Roig han ganado con el
paseo marítimo de Alcúdia.
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