Mar García Ranedo utiliza la mirada irónica para «criticar» que
cada día «el ser humano encuentra más dificultad para hallar una
identidad propia». El motivo, la fuerza y el peso del consumo. Con
estas premisas la artista andaluza ha creado una instalación para
el Espai Quatre del Casal Solleric que se inauguró ayer con el
título de «Ascensorios y militancias».
Para hacer su lectura, la artista parte de un icono adscrito al
universo femenino, el bolso, pero su propuesta es universal. El
bolso es un contenedor revelador de «la personalidad, los hábitos,
afiliaciones y hasta enfermedades que identifica a quien lo usa»,
un elemento que ella muestra ahora en una instalación
multidisciplinar que surgió de su pintura «como si hubiera salido
del lienzo». Porque Mar García Ranedo utilizó bolsos en una pintura
«de una estética muy pulcra, cercana a la publicidad usando el
bolso como un icono literal y literario, interviniendo en ellos
como se tratara de una broma brossiana». De hecho, los que
conforman la obra del Espai Quatre están hechos de los mismos
materiales que los pintores usan en sus lienzos, tela y
bastidor.
«Ascensorios y militancias» se ha adueñado del Espai Quatre
hasta el punto de que algunos elementos se confunden con las
paredes de piedra del sótona abovedado porque son fotografías de
las mismas. En la sala del fondo, los bolsos se completan con un
vídeo que proyecta sobre ellos imágenes «marcas, logos reconocibles
de objetos de consumo que son auténticos fetiches». Entre ellos,
imágenes religiosas que «fueron el fetiche más consumido y ahora
son suplantadas» por objetos del lujo o del ocio.
Cuando nos venden el objeto «como único es falso», dice Mar
García Ranedo, quien en el Espai Quatre ha querido reproducir la
idea de elementos industriales seriados «aunque aquí no hay ningún
bolso igual». Y en medio, personalizando el objeto centro de su
obra actual, la artista transforma algunos convirtiéndolos en obra
única. Es el suyo un discurso con distancia porque todos estamos
expuestos a un bombardeo de imágenes y propuestas difíciles de
esquivar, dice. Lo importante, comenta, es mantener la distancia y
la ironía. Ella lo hace con una obra que «tiene componente
político».
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