El Museu de Lluc ha iniciado la remodelación de su espacio, la
selección de piezas a exponer entre su gran riqueza y variedad de
materiales y el inventario de los mismos. Esta nueva etapa comienza
con la inauguración de las salas de arqueología y del «tresor» el
próximo día 7.
Tras la jubilación del padre Cristófol Veny, auténtica alma del
museo, la congregación de Misioneros dels Sagrats Cors ha nombrado
directora a la historiadora del arte Elvira González, que trabaja
en una modernización más acorde con los conceptos museográficos
actuales. «Un museo no tiene que lucir todo su fondo, debe
seleccionar las mejores piezas, y disfrutar de buenas condiciones
de conservación, como ahora habrá en las nuevas salas. Este es el
museo con más riqueza de material mallorquín y, aunque esté lejos
de la ciudad, quiere alcanzar un buen nivel», dice la
directora.
Para ello, la congregación ha emprendido obras. Una de las
estancias donde se exponían las piezas en una visión de conjunto,
ha dado lugar a tres espacios diferenciados. Recuperada la entrada
original, cerrada durante meses por la obra, «durante la que se ha
recuperado la cantonera de una torre», se accederá por el monetario
romano, casi 300 monedas de cuatro épocas. A continuación, la sala
de arqueología recrea un columbario (lugar de enterramiento) con
lápidas y urnas romanas mallorquinas. Ocho vitrinas contienen
diferentes aspectos del pasado; cuatro se dedican a la época
talayótica con ajuares funerarios de la Cometa dels Morts, de la
que también habrá uno de los seis sarcófagos encontrados, y otras
cuevas de la zona; otra exhibirá restos provenientes de Son Maimó
(Petra) y las restantes las colecciones de Ignacio Furió y de
Antoni Mulet con figuras de la diosa Tanit, de Eivissa; o del pecio
mallorquín del Sec, cerámica púnico-griega. «Del Sec tenemos
mejores piezas que las del Museo de Mallorca y los clavos de la
nave están aquí».
El anforario muestra ánforas «desde púnico lusitanas hasta
romanas». De la prehistoria a la Sala del Tresor, llamada así por
los materiales nobles de las obras. Como la gran custodia gótica
(s. XV) y el Lignum Crucis (XVI). O la joyería tradicional
mallorquina en oro, plata, esmaltes: botones, cruces de Malta,
bajos de rosario, almendrones, sagraments o relojes del XVIII y
XIX, ex votos donados a la Virgen. «En la pinacoteca, «muy
completa», dice González, «hemos encontrado retratos femeninos que
ilustran gráficamente cómo se lucían estas joyas. Es la sala
femenina». Por eso también se exponen abanicos del XVIII y XIX, de
factura cantonesa y valenciana. En el montaje ha colaborado el
escultor Francisco Rodrigo, especialista del Museo de Mallorca.
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