El conde Rossi, en el centro, durante su estancia en Mallorca.

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Magdalena Nebot tenía tres años cuando se quedó sin padre y sin madre. «Mi padre tuvo que esconderse y, mi madre, fue encarcelada». De la noche a la mañana se vio sola y tuvo que sufrir el escarnio de sus compañeras de colegio. Y, todo, «no por haber cometido ningún delito, sino por rojos». «Tuve que crecer y hacerme fuerte para superarlo». El testimonio de Magdalena es sólo uno de los trece que se incluyen en el documental «Nosaltres, els vençuts. Testimonis de la Guerra Civil i Postguerra a Mallorca (1936-1948)» que hoy se estrena en los cines Renoir.

Por primera vez, la Guerra Civil y la posguerra mallorquinas se llevan a la pantalla. «Hasta el momento, todo estaba circunscrito a la palabra», aseguró Antoni Maria Thomàs, guionista y director de la pieza. Thomàs quiso dejar claro que el documental se ha hecho «sin ningún rencor y diciendo siempre la verdad». Una verdad contada a través de sus protagonistas, los vencidos, «desde personas que tenían un compromiso político hasta aquellos que eran unos niños». Como Magdalena. «Los jóvenes de hoy deben conocer nuestra historia porque, aquellos tiempos, no deben repetirse».

«En Mallorca no hubo guerra, sólo represión», afirmó Thomàs. Incluso existieron campos de concentración que siguieron funcionado cuando la guerra terminó. Gabriel Riera, otro de los protagonistas del documental, estuvo en «nueve o diez». «No había cumplido los 18 años cuando me encerraron». Primero permaneció en varios campos de la Isla «haciendo carreteras» para, luego, ser mandado a Madrid. «En la capital pasé mucha hambre. Ni siquiera nos dejaban asomarnos a las ventanas. Si lo hacíamos, nos disparaban». Más tarde fue enviado a Tetuán, desde donde logró escapar. Sobrevivió «comiendo hierbas» que encontraba. «Nada puede compensar lo que viví y sufrí».