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JESÚS G. BECERRIL - VENECIA
El cineasta mallorquín Julio Robledo obtuvo ayer con «The Trumouse Show» el premio al mejor cortometraje europeo del Festival de Venecia, aunque el galardón absoluto en esta categoría fue para «Neft», del azerbaiyano Murad Ibragimbekov. Nacido en Palma en 1974, Robledo ha situado su corto en Nueva York en los años 20 y tiene como protagonista a un ratón que se ve envuelto en una curiosa experiencia que al final le lleva a girar una rueda, como un hámster. Según el propio realizador, ha intentado representar la estética en tres dimensiones de los primeros filmes de animación y ella reproduce el mundo real, mientras que recurre a dos dimensiones «para la ficción a la que reducimos nuestra vida y a nosotros mismos».

En la pieza, de poco más de cinco minutos, reflexiona sobre el proceso de creación de lo que entendemos como realidad «y el ratón que hace girar la rueda es una metáfora del progreso, con el imperativo biológico de deber moverse aunque sea prisionero». Por lo que se refiere a los ganadores, el Festival de Venecia dio ayer a conocer a un nuevo talento del cine, el ruso Andrey Zvyagintsev, cuya película, «Vozvraschenie» («El regreso»), ganó el León de Oro de la Mostra.

Como en pocas ocasiones, el Festival de Venecia estableció un palmarés que puede calificarse de justo, ya que todos los premios están bien atribuidos y apenas pueden ser objeto de discusión. Nacido en 1964, «Vozvraschenie» es para Zvyagintsev su debut en el largometraje, lo que también le ha valido el galardón de Venecia a la mejor «opera prima». El jurado presidido por el realizador Mario Monicelli acertó de pleno al considerar a «Vozvraschenie» la mejor cinta del Festival, porque se trata de una obra de una factura impecable, en la que el guión, la fotografía y la interpretación son de altísimo nivel.