El equipo de arqueólogos que trabaja en el túmulo de Son Ferrer,
ubicado cerca del Puig de Sa Morisca (Calvià), ha descubierto una
cueva mortuoria prehistórica que data de la época naviforme
(1700-1100 a.C). Esta construcción estaba sellada por materiales y
restos humanos que pertenecen al siglo II a.C., lo que significa
que hace 2.200 años que nadie ha entrado en ella. Víctor Guerrero,
responsable del departamento de Arqueología de la UIB, ha definido
este hallazgo como «único en la historia de las Islas Balears». Se
trata de una cueva construida por el hombre y excavada en la roca
arenisca de esta zona de Calvià. Es de forma alargada, con dos
cámaras de aproximadamente unos diez metros de largo y dos de
ancho. Aunque pertenece a la época naviforme, su último uso
funerario es posterior y se debe situar a finales de la época
talayótica (500-200 a.C).
Por el momento, no se han realizado excavaciones en su interior
y se prevé que las mismas se inicien en enero de 2004. En la
actualidad, se está preparando toda la infraestructura necesaria
para poder excavar este yacimiento con todas las garantías. En
cualquier caso, en su superficie se observan numerosos restos
humanos intactos (pelvis, mandíbulas, fémures, etc.), junto a
restos de un perro y cerámica asociada a los ritos funerarios de
las comunidades prehistóricas. El túmulo de Son Ferrer, construido
antes del 500 a.C., es uno de los tipos arquitectónicos más
desconocidos de la prehistoria de las Balears. Se trata de una
estructura tumular sólida formada por diferentes líneas murarias
concéntricas y un relleno de piedras entre ellas, que da lugar a
una estructura muy consistente y sólida. En torno al siglo II a.C.,
el túmulo pierde su función ceremonial y se convierte en una
necrópolis infantil. Se localizan diferentes zonas donde se hallan
enterramientos en urnas de arenisca, cerámica talayótica y ánforas
púnicas. A esta época pertenecen los restos recogidos a la entrada
de la cueva, que ya han sido investigados. Según explica Manuel
Calvo, director del equipo de arqueólogos, «se han encontrado
dieciséis cadáveres que pertenecen al siglo II a.C.: dos adultos,
tres infantes y once neonatos».
En torno al 50 d.C., el túmulo se abandona y no se vuelve a
utilizar hasta el siglo XIX, con la construcción de una era y un
horno. En esta época, el túmulo adquiere una función relacionada
con las actividades agrícolas de la zona. Este importante hallazgo
arqueológico forma parte de un proyecto de excavación, restauración
y adecuación de este enclave prehistórico. Uno de los objetivos de
esta iniciativa, cofinanciada por la Unión Europea, el Govern y el
Ajuntament de Calvià, es que, según Carlos Delgado, alcalde de este
municipio, «la zona pueda ser visitada por turistas y residentes de
Baleares y dar así a conocer la cultura general de Calvià y de su
patrimonio histórico-artístico».
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