La escritora Núria Massot nació en Palma, se formó en Barcelona
y ahora vive en Palafrugell, el municipio más poblado del Baix
Empordà, en el corazón de la Costa Brava. Allí escribe y se dedica
a la pintura. Acaba de publicar «El laberinto de la serpiente»,
editado por Roca, su segunda novela dedicada a los templarios.
Guillem de Montclar, el protagonista, regresa a Catalunya y la
Orden de los Templarios le encarga descubrir lo que le sucedió a
Serpentarius, un constructor desaparecido cien años antes. Núria
Massot escribe una novela de aventuras, fantasiosa, para divertirse
leyéndola y ambientada en el siglo XIII.
-¿Por qué dedica toda una tetralogía al mundo
templario?
-Las órdenes militares y la Edad Media siempre me han interesado
mucho, siento por ellas una profunda curiosidad y fascinación. Con
todo el material que fui recopilando, acabé presentando un proyecto
de cuatro novelas.
-En cada uno de sus libros parece tratar un
concepto.
-Es el hilo que me permite montar la historia de los personajes. En
el primero, en «La sombra del templario», fue la nostalgia que
afectaba de forma diferente a cada personaje. En el segundo, trato
la memoria. En el tercero, me guío por la justicia ligada a la
verdad y acaba siendo un libro de grandes venganzas. Ya lo he
terminado, ahora lo estoy corrigiendo. Se titulará «El secreto de
la llave de oro».
-¿Con qué intención ubica sus novelas en
Catalunya?
-Quiero recuperar la historia medieval del país. La orden del
Temple tuvo mucha fuerza en Catalunya. Algunos historiadores
locales han realizado trabajos magníficos sobre esa época.
-¿Cuánto tiempo ha empleado en cada libro de la
serie?
-El primero lo escribí en poco más de un año, después necesité otro
hasta que encontré a alguien interesado en el libro y dos años más,
para publicarlo. Ha ido muy bien, ya va por la séptima edición.
-En sus novelas, el contexto histórico es importante.
¿Cómo se documenta?
-Soy una rata de biblioteca. Durante tres o cuatro meses, me empapo
de gran cantidad de cosas. Yo escribo novela de aventuras. La
novela marca una pauta y debo enmarcarla en un contexto histórico.
Los personajes son inventados aunque aparece alguna personalidad
histórica.
-Usted nació en Palma, se formó en Barcelona y se
trasladó a Palafrugell.
-Mis padres se casaron, se instalaron en Mallorca y allí nací. La
mayor parte de mi carrera profesional la hice en Barcelona, hasta
que empecé a agobiarme en la ciudad. Empecé estudiando periodismo y
también monté una compañía de teatro. Trabajamos en el mundo del
cabaret. En el 88, me trasladé a Palafrugell. En el Empordà me
reciclé, recuperé el taller de pintura y la escritura.
-¿Qué opina de la moda actual de los libros sobre
templarios?
-El marketing es un mundo hermético. El saber vender las cosas es
para mí un misterio. Existe un tipo de novela histórica actual que
busca el misterio templario porque tiene un filón en las
implicaciones diabólicas y esotéricas.
-¿Qué vigencia tienen los libros religiosos en la
actualidad?
-«El laberinto de la serpiente» no es una novela religiosa, a pesar
de que la orden del Temple fue religiosa y militar. Lo más curioso
es que vivían en contradicción. Destaco sus valores como el nivel
de amistad y lealtad, la fe laica y religiosa a la vez. La vigencia
se encuentra, quizás, en las ganas por recuperar estos valores, por
una cierta nostalgia. Es el retorno a los libros de
caballerías.
-Muchos libros, ambientados en la Edad Media, tienen una
atmósfera misteriosa. Ya los autores románticos se referían a lo
medieval con ese halo de incógnita.
-Creo que es por la geografía y la arquitectura, los laberintos,
los pasadizos secretos. De todos modos, una novela de misterio se
puede ambientar en cualquier época. La Edad Media es una gran
desconocida. Siempre se la ha visto como la historia oscura, la
época de las tinieblas. Es un error. Toda época tiene sus caras, la
brillante y la oscura. En el siglo XII y XIII, existe una parte muy
brillante. No creo que sea muy diferente de otras épocas y, además,
la condición humana no varía.
-¿A quién van dirigidos sus libros?
-Creo que mis novelas gustarán a la gente que quiera divertirse
leyendo un libro. A mí me encanta que me distraigan, que haya una
trama que me atrape y me meta dentro de la novela.
-¿Piensa en un determinado lector cuando
escribe?
-No lo pienso. Soy una devota de las novelas de aventuras y
misterio. Leí durante muchos años novela negra. Mis compañías,
desde muy joven, fueron Julio Verne, Salgari, Zane Grey. Me gusta
este género. Terminé escribiendo la novela que me gustaría leer,
pero no pienso en ningún lector en especial.
-¿Los templarios eran soldados o monjes?
-Creo que eran más soldados por la propia naturaleza de la orden,
lo que les crea muchos problemas en el mundo religioso del siglo
XII. Hasta que San Bernardo aporta un cuerpo doctrinal, la orden es
muy discutida. A su vez, se convierten en un ejército de Tierra
Santa y aquí tienen mucha fuerza porque se está en un proceso de
reconquista y tienen una función militar muy determinada.
-Se dice que los templarios eran poderosos y
ricos.
-Acumulaban mucho dinero porque necesitaban bienes, comida y armas
para Tierra Santa. La guerra es cara y eso les hacía poderosos.
Cuando Tierra Santa pierde Jerusalén, aprovechan lo que sabían
sobre agricultura y tecnología. Resultaron ser unos grandes
innovadores. En Catalunya, aportaron una gran innovación en la
agricultura, en el aprovechamiento de la tierra y fueron unos
buenos gestores, los primeros banqueros.
-Una herencia de otras culturas...
-Sí, recuperaron una forma de cultivo de la tierra, cuyo origen era
árabe. Fueron una esponja de toda la tecnología de la época, como
la hidráulica, los molinos, la capacidad para cultivar en lugares
difíciles. Siguen siendo unos grandes desconocidos.
-En «El laberinto de la serpiente» utiliza los elementos
fantásticos. Las piedras bailan.
-Eso es muy antiguo. Procede de la teoría de la música como fuente
de energía. Ya lo hablaban los egipcios. Son mitos del
subconsciente. Serpentario descubre el movimiento de las piedras a
través del agua y el sonido. El conocimiento le da un poder que le
vuelve loco, le hace perder la relación con el exterior.
-Y, chantajeado por el abad Odón, edifica hacia arriba
y, en secreto, hacia abajo.
-Lo de construir hacia abajo forma parte de las líneas esotéricas.
Todo lo que está arriba, también está abajo. En muchas iglesias aún
existe toda una mitología sobre lo subterráneo y las fuentes de
poder relacionadas con lo telúrico. Los centros de energía en la
tierra entrecruzan sus líneas. Ya los romanos y los griegos
trataban esas líneas. Cada cultura ha buscado en sus líneas
sacerdotales la ubicación del culto en un lugar preferente con una
fuerza especial.
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