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Increíble, pero cierto. No, no es un juego malabar ni tampoco de magia, aunque a primera instancia pudiera parecerlo. Es, sencillamente la realidad, por inverosímil que nos parezca. George Benson en Mallorca y para ser degustado por un reducido número de apenas dos mil privilegiados, aunque algunos podrán opinar, con toda justicia, que también adinerados.

No les falta razón, el papel se cotizaba a cifras elevadas; pero, por desgracia, una cosa conlleva a la otra. Distancias cortas, cachés elevados y poco aforo, siempre acaba siendo sinónimo de precios caros, como los artículos de lujo. Y Benson, podría considerarse como eso, un artículo de lujo desmoot Jazz.

Y como todo artículo de auténtico lujo, debe rozar la perfección. Sin aristas, atractivo, y acompañado de todo tipo de accesorios que embellezcan, pero sin eclipsar, aún más si cabe el producto. Y así se presentó ese cantante que supo demostrar que no ha olvidado como se toca de verdad la guitarra, pues las constantes visitas a su «Ibanez» consiguieron elevar el nivel musical de la velada.

Entre el concierto de Lisboa y el de Tarragona -Marbella será su último directo por estas tierras- Benson vino acompañado de una auténtica artillería pesada, formada por músicos increíbles -y credenciales deslumbrantes- aunque sin excederse en sus disparos sonoros. Todo perfectamente medido, perfectamente interpretado y perfectamente diseñado para que la figura brillara con luz propia. Una luz que esta especie de Rey Midas musical de Pensilvania demuestra poseer aún a sus 62 años.

Como cabía esperar, su concierto fue un recorrido por parte de sus grandes éxitos. No faltaron «The Masquerade», «That's Right», «The Thinker», «On Broadway» o el embaucador «Give Me The Night» con el que cerraba el concierto a la hora y media y con la sala Paladium del Casino repleta, bailando y absolutamente enardecida. Afortunadamente ese «All That Jazz», en tiempo extra y que nos llevaría a los dos horas de concierto, sirvió para que alguno de sus músicos, y el propio guitarrista, se soltaran la melena. ¡Auténtica maravilla!

Noche exitosa, elegante, impecable, aunque un tanto alejada del jazz propiamente dicho, convertida en una lujosa fiesta de presentación del II Jazz Voyeur Festival. Un programa que, aún olvidándose de los músicos de aquí, presentará grandes nombres. Eso sí, con menos jazz que en su edición anterior.