Ricardo Puertas y Renato Roldan, en Palma. Foto: SEBASTIÀ AMENGUAL

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Ninguno de los dos se lo esperaba. Cuando Ricardo Puertas y Renato Roldán se enteraron que habían sido nominados al Goya al mejor cortometraje de animación por «La luz de la esperanza» y «Semilla del recuerdo», no supieron cómo reaccionar. «Ni nos lo imaginábamos, nos cogió por sorpresa». Ahora, una vez digerida la sorpresa, queda lo más difícil: esperar hasta el próximo 29 de enero, día en que se celebrará la gala de entrega de los galardones. Las dos cintas han conseguido durante este año casi una veintena de nominaciones a otros premios y se han llevado alguno que otro. «Mi filme ha sido proyectado en Corea del Sur y Teherán y ganó el certamen de Mundosdigitales, uno de los más importante del país», explica Roldán. Sin embargo, en los Goya tendrán una competencia dura. «La gallina ciega», «La leyenda del espantapájaros» y «Tadeo Jones» son sus rivales. «Está bastante difícil. Todos han conseguido numerosos premios este año», afirman.

Aún así, no se desaniman. «Todavía no sé qué haré si ganamos. Ni siquiera me he planteado si tendré que subir al escenario ante todo el mundo o será uno de esos galardones que se recogen sin cámaras delante. Además, para mí, estar nominado ya significa ganar», asegura Puertas. Roldán sí sabe qué haría. «Poder pasar una noche junto a lo mejor de la escena nacional es un lujo. Me encantaría poder subir al escenario y agradecer a todo el mundo el premio». Unos agradecimientos que tendrán un claro destinatario: Juan Montes de Oca, director Máster ISCA de Animación por Ordenador y Síntesis de Imagen de la UIB. «Ganar sería un regalo para Juan, una persona que lleva quince años luchando por la supervivencia del Máster y que se desvive por nosotros», según Roldán.

En «La luz de la esperanza», Puertas quiso aportar su visión personal a un tema tan delicado como el cáncer. «El corto explica la historia de un niño perdido entre estatuas que ve como un ser infernal le sigue. Se trata de la muerte, que logra esquivar gracias a una luz». Al final, la cinta muestra a un joven ingresado en un hospital dibujando un cómic en el que desgrana cómo ve su enfermedad. «De joven padecí cáncer. Me dieron muy poca esperanza de vida pero conseguí sobrevivir. Por eso hice este corto, porque quería aportar un mensaje positivo y decir que hay que mantener la esperanza». «Semilla del recuerdo», por su parte, también trata un tema personal. «Es un homenaje a mi abuelo, fallecido hace poco. Quise explicar que lo que nunca se olvida vive para siempre».