Los espectadores asiduos a la representación de «L'Adoració dels
Reis», cada 6 de enero en Ses Voltes (Palma), notaron ayer que el
reparto de 2006 estuvo integrado sólo por personajes de la sociedad
civil y observaron el déficit de políticos de distinto signo
lanzándose cornadas entre verso y verso de Llorenç Moyà. Esta
decisión tomada desde Cort para preservar el texto y bajar el tono
de protesta de la obra no consiguió ayer su propósito, ya que los
actores ofrecieron una vez más una revisión de las polémicas
acontecidas durante el último ejercicio.
Temas como la ley antitabaco, las eternas obras de la ciudad, el
Estatut, la inmigración, el Pont des Tren, las autopistas, Son
Espases, entre otros, centraron no sólo las improvisaciones de los
actores sino también el diseño de sus trajes. Así, se pudo ver una
Sibil·la adornada con motivos florales y, en contraposición,
ataviada con una rotonda por collar y un vestido-carretera; un
dimoni engalanado con los colores del Mallorca, en una especie de
sortilegio para que el equipo de fútbol no baje a segunda; o un
general luciendo las cuatro barras a modo de banda.
Asimismo, todos los actores de la presente edición, la
vigesimoprimera, trajeron sus «morcillas» preparadas, aunque
algunos, los más osados, se atrevieron incluso a improvisar en
directo. Como ejemplo, el sociólogo Antoni Tarabini, en su papel de
secretario de Herodes, no tardó en hacerse eco de la ausencia de
nuestra alcaldesa Catalina Cirer, que llevaba más de diez años
participando en la obra como pastora y a la que ayer no se vio ni
entre el público. El único representante político que acudió a
disfrutar de l montaje fue el edil de Cultura, Rogelio Araújo.
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