La Sala de Cultura Castillo de Maya acoge desde ayer y hasta el
19 de febrero la exposición «Paisajes» de Joan Miró, una muestra de
57 pinturas, dibujos, esculturas y obra gráfica que pretende
«acercar al público al Miró maduro».
Así lo señaló la directora de la Fundació Pilar i Joan Miró de
Mallorca, Magdalena Aguiló, entidad depositaria de las obras que
llegan a Pamplona de la mano de Fundación Caja Navarra, en una
iniciativa que permitirá ver la primera tela de Miró, un paisaje de
1908, en cuyo reverso hay una posterior intervención del artista de
1960. Esta actuación fue puesta por Aguiló como ejemplo de una
característica de Miró, la de «recuperar al final de su vida cosas
que le habían marcado» de joven, como la influencia de uno de sus
maestros, Modesto Urgell, un paisajista del que Miró recogió «el
binomio cielo-tierra y la presencia de la luna» que caracterizan
muchas de sus obras de su última etapa.
Aguiló destacó asimismo la evidencia en esta exposición de «la
sensación para Miró tan esencial de comunión con la naturaleza» en
una visión «taoísta» que es muy apreciada por el público japonés y
que tan bien se expresa en los paisajes del último Miró, el de «la
búsqueda de la esencialidad». Esta muestra «es para acercar al
público y presentarle una lectura inédita del proceso creativo de
Miró y ver reflejada esta constante de su etapa final, esa búsqueda
de la esencialidad en la pintura y ese atrevimiento en la
experimentación».
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